El Ulises de la Guerra de Castas: José María Barrera | Por Gilberto Avilez Tax

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José María Barrera. Retrato hecho por el maestro Marcelo Jiménez.
José María Barrera. Retrato hecho por el maestro Marcelo Jiménez.
José María Barrera. Retrato hecho por el maestro Marcelo Jiménez.

Recordando la muerte, el 31 de diciembre de 1852, del fundador de Noh Kah Santa Cruz Balam Naj, José María Barrera, Carlos Chablé Mendoza, cronista de Felipe Carrillo Puerto, ha escrito un texto interesante sobre este caudillo suriano de los primeros tiempos de la Guerra de Castas.[1]

José María Barrera, en efecto, unificaría los bandos desperdigados por las muertes de Cecilio Chi y Jacinto Pat en 1849, y es a quien se le atribuye la fundación de Chan Santa Cruz al encontrar, sobre un cenote, unas cruces grabadas en la corteza de un árbol, que de inmediato sería culto de adoración y unificación de los rebeldes.[2] Algunos, como Villa Rojas, señalan a Barrera como de origen petuleño.[3]

La fuente de Villa Rojas para señalar el origen de este importante caudillo militar, es la obra historiográfica de Eligio Ancona. Sin embargo, ni Ancona, ni Baqueiro, refieren expresamente el origen de Barrera. El primero establece simplemente que Barrera era “uno de esos hombres de la raza mestiza que desde 1847, venía prestando á la causa de la barbarie, el concurso de su inteligencia y valor”.[4] Baqueiro, por su parte, se refirió a Barrera como “el incansable, el terrible enemigo de los blancos, y a quien por cierto basta esta circunstancia para calificarlo como un hombre conocedor de la raza indígena […]”.[5] El que parece secundar que Barrera era petuleño, es Nelson Reed,[6] comprensible porque el historiador norteamericano basó su recopilación bibliográfica en una selección de textos que fue presentada como apéndice al libro de Villa Rojas.[7]

En una nota de prensa de los primeros días del levantamiento indígena de 1847, se dice que Barrera era un hombre de Tituc,[8] y esta nota es interesante porque comienza a barruntar el espíritu tanto aguerrido como irreverente de Barrera. Rugeley apuntó que la carrera anterior de la guerra de este “otro líder mestizo” –el otro a quien se refería Rugeley, era Bonifacio Novelo Cetina[9]– era más difícil de precisar que la de Novelo. El dato tentativo que hasta ahora se tiene –tentativo, porque nadie puede decir que la firma era de él-, es la firma de un tal José María Barrera que aparece por primera vez en 1843 en el pueblo de Bolonchenticul “on an plebiscite ratififying Yucatán’s return to México”.[10] Ya de ahí, todo es un misterio en la vida de este hombre que sería uno de los lugartenientes principales de Jacinto Pat, que comenzaría a guerrear por los rumbos de Tituc, Becanchén y el sur de Peto.

El 15 de enero, preparándose todavía el sitio de Peto por los rebeldes,[11] el periódico oficial decía que una partida de indios alzados del rumbo de Peto se hallaba en Chunhuhub, compuesto como de cien hombres a lo más, y que habían saqueado y reducido a cenizas el pueblo de Kankambchen.[12]También señalaba que en las poblaciones donde transitaban hicieron algunos prisioneros, entre los que se encontraba el padre Juan Manuel Mezo,[13] “y aunque no asesinaron á todos los blancos, esquilmaron el pelo a los que dejaron con vida, como por irrisión ó para que se parezca á ellos”. La partida de rebeldes estaba comandada por “un tal Barrera de Tituc, blanco”. En Petulillo le dieron muerte a otro denunciante de tierras, el alcalde Sixto Moguel, y en Sacalaca a tres hombres de apellidos Rivero.[14] El que podría bautizarse como el Ulises del segundo periodo de la Guerra de Castas,[15]nacido en Tituc o no, jurisdiccionalmente seguía siendo de esa región sureña del partido de Peto y, por lo tanto, claramente era petuleño.

Rugeley es de la idea de que su popularidad entre las filas de los soldados mayas que dirigía, databa de la invasión de México a la Península en 1842. Después de esas pugnas con el centro de México, y comenzada las hostilidades en 1847, Barrera threw his fortunes in with the rebels,[16] y a partir de 1850 lo vemos como el caudillo que unificaría a las huestes rebeldes, señalándosele desde el primer momento como el fundador de Chan Santa Cruz con su culto a la Cruz Parlante. Lugarteniente de Pat que sabía leer y escribir,[17] para noviembre de 1848, junto con Marcelo Pat había sitiado a Tekax con 5,000 combatientes rebeldes.

Baqueiro cuenta que para esas fechas, Barrera había fraguado una emboscada contra los soldados yucatecos: había escondido a sus tropas rebeldes al final de unos cañaverales “espesamente sembrados que llenaban cada lado del angosto camino”, y a los cuales Barrera les hizo prender fuego a medida que los soldados yucatecos avanzaban por entre la plantación. Barrera, caminando en medio del cañaveral que se incendiaba, jactándose, les decía a los soldados “pasen ustedes”. Si éstos se detenían, iban a volar en pedazos por la pólvora que cargaban, y si retrocedían, los mataban en la emboscada. Pero los soldados atacaron, agarrando desprevenido al Ulises de la Guerra de Castas, casi capturándolo, y desperdigando a sus tropas.[18] Esta sería una de las múltiples salvadas de vida de Barrera, pues el caudillo petuleño había sobrevivido a la muerte dada por Venancio Pec y Florentino Chan a Jacinto Pat, a sus familiares de éste y a sus lugartenientes principales en el rancho Holchén, a 15 o 20 kilómetros de Bacalar, para septiembre de 1849,[19] pues “Barrera brillaba por su ausencia”.[20]

Cuando Juan María Novelo atacó el 21 de marzo de 1851 al nuevo pueblo de Chan Santa Cruz con una columna yucateca, atrapando a varios cruzoob y dando muerte al ventrílocuo de las cruces, Manuel Nauat, “Barrera, como siempre, escapó”.[21] El cura Manuel Meso Vales, uno de los primeros que cayó prisionero en el camino hacia Tepich[22] recordaría que en una ocasión había sido conducido a Culumpich, hacienda de Jacinto Pat, y en aquel lugar José María Barrera, mostrándole un amontonamiento de piedras en forma piramidal bajo unos árboles de la plaza, le dijo: “¿Ves eso? Pues allí se decidió la suerte de los blancos”. Y era que, en aquel lugar, le explicó Barrera, Pat se había reunido con los caudillos de la primera época de la guerra, para tratar sobre el levantamiento, y cuando Pat argumentaba que el objetivo de la insurrección era la devolución al gobierno de Miguel Barbachano, “de ninguna manera, exclamaban Venancio Pec y Cecilio Chi; entre los blancos y nosotros hay un muro invencible; queremos contra ellos la guerra y de este modo nos conduciremos”.[23]

La muerte del fundador de Chan Santa Cruz,  de este soldado mestizo yucateco que había juntado su destino a los destinos de los mayas rebeldes combatiendo para la “santa libertad” de los macehuales, acaecería en 1852, muriendo, no de sus heridas, sino de achaques de enfermedad. Sobre esta muerte de tan significativo caudillo que dejaría descendencia que Villa Rojas conocería en la década de 1930,[24] Dumond escribió:

El 31 de diciembre [de 1852], el aparentemente indestructible José María Barrera, heredero de batallas de Jacinto Pat y supuesto fundador de Chan Santa Cruz, murió no de heridas sino de “enfermedad y achaques en un lugar llamado Yokdzonot”. Los comandantes Crescencio Poot y Atanacio Puc escribieron sentidamente para informarle a Paulino Pech y a otros altos comandantes, lamentando al líder que “ya no volveremos á ver á nuestro lado […] peleando por nuestra santa libertad”.[25]

[1] Véase el interesante texto de Carlos Chablé Mendoza, “JOSE MARIA BARRERA, FUNDADOR DE SANTA CRUZ X-BAALAM NAJ”, en El cronista de Felipe Carrillo Puerto, 30 de Diciembre de 2016. http://elcronistafcp.blogspot.mx/2016/12/jose-maria-barrera-fundador-de-santa.html?spref=fb

[2] Sobre la instauración de la Cruz Parlante, cfr. “Despacho de J. María Novelo 1º de abril, en Milchetorena a Barbachano, El siglo XIX, 4 de abril de 1851. Sobre el estudio de la religiosidad maya rebelde basada en la Cruz, cfr. Bennett (1972), Bricker (1993) y Careaga (1998). La interpretación ladina del origen del culto a la Cruz Parlante, indica que Barrera grabó unas cruces en un cedro que crecía al lado de un cenote. No obstante, la “versión maya”, convertida en mito, explica el origen de la Cruz Parlante en otros términos: después de narrar cómo tres ah-kines del pueblo de Xocen (pueblo de la región de Valladolid) se vengaron de los castigos del santo del pueblo, poniéndolo de cabeza, junto con el sudario, la santa vara y el incienso, en el hueco de una piedra; el mito procede a describir cómo el santo dejó Xocen para aparecer en el cenote de Chan Santa Cruz, “porque el cenote es la casa del Señor”. El santo emerge del cenote ya como la Cruz y bendice al “santo árbol Kukné‘ (cedro) de donde salen sus mensajes. Esta Cruz era la primera vez que salía entre los macehuales. En la Cruz fue clavado Jesucristo y la Cruz fue amiga de Jesús y por eso Él la dejó entre los macehuales, para que se pudieran comunicar con Jesús” (Careaga, 1998: 117). La cita de Careaga procede de Bartolomé y Barabas (1977: 30).

[3] En su referencia a la creación del culto a la cruz parlante, Villa Rojas escribía: “La creación de este recurso sobrenatural ha sido atribuido a un tal José María Barrera, mestizo de Peto que, por causas ignoradas, había desertado de los suyos para pasarse al bando de los indios” (Villa Rojas, 1987: 98).

[4] Ancona, 1978: 314.

[5] Baqueiro, 1990, Tomo IV: 119.

[6] Reed, 1971: 76.

[7] En The Maya of East Central Quintana Roo, de Villa Rojas, “estaba incluido ‘Remarkson a Selected Bibliography of the CasteWar and Allied Topics’, de Howard F. Cline, esquema de una obra que pedía ser escrita” (Reed, 1971: 11).

[8] Y los libros de la época, como Baqueiro (1990, Tomo II) hablarían que en Tituc Pat estaba reclutando habitantes de la zona y avituallándose de armas para atacar Tihosuco. Una descripción del Tituc posterior de la Guerra de Castas, lo ha dado Cheever (1937: 32). A 48 kilómetros al sur de Sacalaca, Tituc era un pueblo fantasma encajonado en una “sabaneta musgosa” con una iglesia destecha “tapizada de vegetación” y con sus paredes donde crecían árboles y enredaderas.

[9] Sobre Bonifacio Novelo, cfr. Canto Alcocer, 2013. El 18 de diciembre había aparecido una nota en el periódico oficial yucateco donde se hacía referencia que las “alternativas victorias y los reveses” de “los indios bárbaros”, eran conducidas por “el desnaturalizado Bonifacio Novelo, quien renunciando su nombre de bautismo y de familia ha tomado el de Catzim, según se asegura, para identificarse más y más con las hordas sublevadas que acaudilla”. “Indios bárbaros”. La Unión, 18 de diciembre de 1847.

[10] Rugeley, 2009: 61.

[11] Peto sería sitiado para febrero de 1848, y el 6 de febrero sería evacuado.

[12] El mismo Kankabchen con fuerte presencia de cañeros que años antes habían hecho los denuncios de tierras para el agrandamiento de sus ranchos.

[13] El presbítero Manuel Meso Vales, vecino de Chunhuhub, aparece en el RADTB. El 17 de julio de 1845, había denunciado media legua de terrenos baldíos en la comprensión de Peto.

[14] Últimas noticias. Sobre bárbaros. La Unión, Mérida, sábado 15 de enero de 1848.

[15] El primer periodo de la Guerra de Castas sería el que encabezaron los caudillos Cecilio Chi y Jacinto Pat. El segundo, cuando Barrera unifica los bandos desperdigados alrededor de la Cruz Parlante y su repliegue y defensa de las incursiones yucatecas hasta 1855. El tercero iniciaría a partir de 1857 con el saqueo de Tekax y la toma de Bacalar al año siguiente, mismo que se prolongaría hasta 1886. Este periodo sería el de una fuerza sostenida de los rebeldes y sus saqueos a los pueblos de la frontera. De esa última fecha, pero hecho patente en el Partido de Peto con la recapitalización de esa zona por las elites rurales y meridanas mediante la reactivación de la caña, inicia propiamente el Declive de la Montaña Rebelde (mismo que trabajaré en el capítulo IV de esta tesis).  Baqueiro ha apuntado unas fases de la guerra hasta 1881. Cfr. Baqueiro (1881: 94).

[16] Idem. Taracena señala a otros mestizos, que en las luchas de Santiago Imán contra el centralismo mexicano, ondeando la bandera del federalismo e invocando a los “descendientes de Tutul Xiu y Cocom” desde 1840, movilizaron a los mayas del oriente, del sur y de “La Montaña”, en sus luchas políticas contra el centro. Mestizos como Pastor Gamboa, José María Vergara y Vito Pacheco, “eran hablantes de maya, lo que les ayudó a manejar la realidad pluriétnica que existía en el oriente de la Península, aunque fuese con el fin de constituir una tropa de rebeldes” (Taracena, 2013: 11, 60, 61). Barrera, con toda seguridad, provenía de este mundo mestizo subalterno que conocía a la perfección la realidad socioeconómica no sólo de las “castas”, sino del mundo maya que les rodeaba.

[17]Cfr. la correspondencia que se dio entre Barrera y el capitán Juan María Novelo, aparecida en el Boletín Oficial del Gobierno de Yucatán, 29 de abril de 1850.

[18] Dumond, 2005: 220. Le digo Ulises, por esa alta inventiva que tendría el fundador de Chan Santa Cruz.

[19] En la declaración de Secundino Ancona de septiembre de 1849, éste declara que  la muerte de los familiares de Pat y sus lugartenientes principales, así como la captura de Pat, se debió a que este quiso imponer un real de contribución para pólvora. Ancona informaba que “habían matado á los Comandantes, Esteban Pat, Ysac Pat, Juan Pat, José María Pat, Doroteo Poot, Pantaleón Yk, Francisco Cob y Baltasar Ché, con todos los vecinos que se hayaban en el rancho Tabí por los indios del Norte: que Jacinto Pat se fugó de este punto, y que lo están persiguiendo hasta quitarle la cabeza: que han puesto en lugar del indicado Pat a Calixto Yam, y que el primero está sitiado en el punto Xamachtunich, en donde les entra pólvora: que esta discordia la ocasionó la imposición que se les hizo de un real de contribución para comprar pólvora. También dice que van á perseguir á todos los comandantes que Pat tenía nombrados hasta acabar con ellos”. Barrera logró capear esa crisis de mando en las estructuras de poder rebeldes. AGEY, Poder Ejecutivo, sección Comandancia militar de Peto, serie Milicia, c. 169, vol. 119, exp. 42 (1849).

[20] Ibidem, p. 237.

[21] Ibidem: p. 272.

[22] Al día siguiente del 30 de julio de 1847, el cura Meso iba al pueblo de Tepich a oficiar, y en el camino fue capturado. Su cautividad duraría hasta noviembre de 1849,  por tanto, era depositario de los datos más curiosos e importantes acerca de los primeros episodios de la guerra.

[23] “Visita Oficial”. La Razón del Pueblo, 13 de junio de 1881.

[24] Me refiero al Nohoch Tata (Gran Padre), Pedro Pascual Barrera, que Villa Rojas conoció cuando realizaba su etnografía de la “subtribu” de Xcacal Guardia. Pedro Pascual Barrera heredó el cargo de Nohoch Tata, el de más alta jerarquía entre la iglesia maya de Xcacal, de su padre Agustín Barrera, quien, a su vez, lo había heredado de su padre José María Barrera (Villa Rojas, 1987: 214). Pedro Pascual Barrera, contaba con más de 70 años a principios de 1930, y tal vez de esa fuente oral provenga el dato de que José María Barrera fuera de origen petuleño.

[25] Dumond, 2005: 291.

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2 COMENTARIOS

  1. Gracias don Gilberto por este interesante capítulo de la historia de esta nuestra tierra.

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