Si hubiera estado en Yucatán | Por Gilberto Avilez Tax

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Brutal la noticia, la triste noticia que leo hoy en el Diario de Yucatán.[1] Una profesora universitaria, Jeany Rosado Peña, maestra en ciencias, docente de la UAGRO y de origen yucateco, fue salvaje, inhumanamente ejecutada por salvajes e inhumanos y cobardes de la delincuencia organizada en Chilpancingo, del estado más violento de México, Guerrero.
La maestra Rosado Peña, joven científica, estaba casada con un médico internista guerrerense: antes de morir, había visto cómo le cegaban la vida a su esposo y su hijo, de 13 años apenas, en su propia casa donde habían irrumpido los bárbaros.
“Levantada” posteriormente, su cuerpo fue tirado en un paraje cercano al río Papagayo, cerca de la autopista del Sol.
 
Los grupos del crimen organizado que se disputan esa zona estratégica para el trasiego de la droga y para la cosecha de amapola, han dejado una estela de muerte sobrepuesta a la ya centenaria y cíclica violencia que corroe al estado más pobre del país, Guerrero, un estado maniatado por sus caciques y destruido por la sempiterna, la larga e histórica pobreza.
 
El estado del crimen de estado de Ayotzinapa, pero también de la masacre de Aguas Blancas, de las “guerrillas recurrentes” y las infamias caciquiles también recurrentes. Para los caciques de Guerrero, “la violencia”, desde luego que no afecta al turismo, como dijo una vez, el estúpido Héctor Astudillo.
 
Hoy, todos seguramente dirán que si hubiera estado en Yucatán, o en la Península, la profesora Jeany no tendría tan trágico final, y puede que tengan razón pero no hay que confiarnos y decir, “por suerte, esto no pasa en la Península”.
 
Desde luego que la violencia que se vive en algunos puntos de Mérida o en las zonas turísticas de la Península no llegan a niveles brutales como sucede en Guerrero, pero no hay que confiarnos y decir, con jactancia nativista, que somos “el país que no se parece a otro”, que no se parece a ese México de la violencia desatada y del resquebrajamiento del Estado. Y por eso urge crear medidas cautelares para controlar, prevenir, y desarraigar situaciones donde se incube el delito.Ojalá que, en Cancún, la “acapulquización” que unos ven sea sólo errores de apreciación. De las autoridades depende de que así sea, simples errores de apreciación.
 
Recordemos, aquí, que la violencia, contrario al parecer del estúpido Astudillo, sí afecta, y afecta tremendo, al turismo.Mientras tanto, van estas palabras para el descanso eterno de la maestra Jeany y su familia. Para ellos, y para los otros miles de muertos del estado cementerio de Guerrero, justicia y dignidad, no olvido. Justicia y dignidad.
 
[1] “Ejecutan a maestra yucateca…” Diario de Yucatán, 11 de Ene. de 2017. 

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