“ESTAR AQUÍ ES EL MISMO INFIERNO EN VIDA”: A 23 años del asesinato de Colosio, Mario Aburto languidece en un penal en Tabasco

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Las balas disparadas hace 23 años contra Luis Donaldo Colosio Murrieta la tarde del 23 de marzo en Lomas Taurinas, siguen detonando con macabra resonancia en la memoria de Mario Aburto Martínez, recluido desde el 2012 en el Centro Federal de Readaptación Social número 6, ubicado en Huimanguillo.
El autor material del último magnicidio registrado en México vive su infierno en La Chontalpa. No es un recluso más. Aunque en la ficha antropométrica del penal se le califica como “autor material de bajo riesgo”, recibe vigilancia especial, se le da seguimiento a sus movimientos porque es “riesgo para la nación”.

A sus 45 años, Aburto pasa los días en este penal, ubicado a 26.7 kilómetros de Villahermosa, clasificado de mediana seguridad. Porta el número 718 en su uniforme color caqui. Habita la estancia 1, del piso 1, en el módulo C. No comparte celda con otro recluso, aunque estén dispuestos tres camastros más.

El 6 de julio del año 2012 fue ingresado al Cefereso que se ubica en el kilómetro 1.5 de la carretera Malpaso-Los Naranjos y cuya operación está cargo del Órgano Administrativo Desconcentrado de Protección y Readaptación Social (OADPYRS) de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS).

Después del crimen de Colosio fue recluido en el penal del Altiplano; luego, según información oficial, trasladado a Puente Grande; y posteriormente al Cefereso 6.
La vida en el penal

Una fuente confidencial cuyo trabajo al interior del reclusorio le permitió convivir entre ratos con el asesino de Colosio habla en exclusiva.

Aclara, en principio, que Aburto no llegó a Huimanguillo procedente de Puente Grande, como se menciona de manera oficial, sino del Cefereso Número 3 de Matamoros, Tamaulipas.

Antes de referirse a la personalidad del sentenciado, da detalles de la vida en el penal: “A todos los internos se les entrega un par de uniformes (camisa, pantalón y pants) en color caqui; playera y calcetines en color blanco; un par de sandalias y una chamarra.

A las 5:30 de la mañana, los internos tienen que estar listos, uniformados y puestos los zapatos, puestos para el primer pase de lista que realiza un agente del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), el segundo comandante de custodia y un oficial de módulo.

El oficial menciona los apellidos del recluso quien, a su vez, debe responder con su nombre. El segundo pase de lista es a las 3 de la tarde y el tercero a las 9:30 de la noche”.

Tiene registrada en su memoria la rutina diaria: “El desayuno inicia a partir de las 6 de la mañana, la comida a la una de la tarde y la cena a las 7.

Después de cada alimento, los internos lavan sus charolas y regresan a sus celdas, teniendo actividades deportivas o en la biblioteca alrededor de las 9:30 de la mañana hasta las 12 del día en el turno matutino y de las 4 hasta las 5:30 de la tarde en el vespertino.

Se duermen a las diez de la noche, después del último pase de lista a las 9:30”. Aporta un dato: “En la tienda del Cefereso, cada interno puede gastar hasta 576 pesos mensuales que sus familiares depositan en la dirección y cuyo crédito van agotando según su consumo. Pueden ser golosinas o refrescos embotellados –no se venden bebidas de cola– que les surten en la tienda a través de una lista que reciben de los encargados”.

 

Aburto: Dieta, estudio, personalidad

El confidente describe al reo más polémico del país: “Pesa alrededor de 56 kilos, mide 1.66 y por lo mismo luce bastante delgado, usa lentes de aumento, tiene dispuesta una rodillera en la pierna izquierda y últimamente una faja.

Con frecuencia se le hinchan los pies y es atendido en el consultorio del penal por diversos padecimientos crónico-degenerativos.

“Desayuna en el comedor del módulo C. Mientras sus compañeros consumen huevos, soya, café y té de manzanilla, él lleva una dieta hipercalórica, especialmente diseñada para incrementar su peso. 

“Antes que se le complicaran problemas de salud, sobre todo en la columna, Aburto practicaba voleibol en los horarios recreativos. Va a la biblioteca a repasar libros, es asiduo al aula a tomar clases diversas y los sábados acude al cine donde se reproducen películas documentales”.

En junio pasado, el sentenciado concluyó la preparatoria abierta y recibió su certificado como egresado de nivel medio superior de manos de capacitadores del Instituto de Educación para Adultos.

-¿Cuál es su personalidad? -Es muy respetuoso, sereno, parco, de muy bajo perfil, digamos que es una especie de  interno modelo que no causa problemas y por lo mismo  nunca ha sido sancionado.

-¿Lo viste molesto alguna vez? -Sólo en una ocasión, cuando llegó un periodista de la capital del país para entrevistarlo. Ya tenía autorización de la dirección del penal, pero él se negó. Dijo que no daría entrevistas. Se molestó mucho.

-¿Se le ve arrepentido?
-Por supuesto, como casi todos ahí adentro. Un día me dijo “estar aquí es el mismo infierno en vida”.

-¿Platicaban con frecuencia?
– Sólo lo necesario… Él habla poco. Eso sí, se refiere mucho a Dios. Lamenta no poder ver a su familia que vive en Estados Unidos. Nunca ha recibido visitas.

-¿Habla de Colosio?
-Nunca. Este tema no lo toca jamás. Aburto usa la gorra del uniforme cuando está en el patio. Al igual que sus compañeros es rapado cada semana –sábado o domingo– con un corte de pelo a 6 mm (medida comúnmente conocida como número 2 de las máquinas rasuradoras).

Tiene permitido hablar por teléfono 5 minutos cada 15 días según el reglamento del penal. Ha participado en la obra de teatro “Tres Patines” y actuado en “La danza de los viejitos”, baile tradicional de la cultura purépecha de su natal estado de Michoacán.

En su estancia, dibuja acuarelas en papel cascarón con material proporcionado por el área educativa. También lo hace con lápiz a mano alzada, según lo que ha aprendido en las clases impartidas en el aula del penal.

Le gusta pintar cuadros de rosas y girasoles con paisajes en fondo de color verde que se exhiben a las familias de los internos cuando se organizan exposiciones. Firma con sus iniciales MAM.

En cierta ocasión –refiere el entrevistado– se vendió un cuadro suyo, donde recreó una pintoresca choza con chimenea en medio del bosque. Lo compraron en 3 mil 500 pesos, cantidad que le fue depositada en su cuenta para su consumo en tienda porque él, a diferencia de los demás, no tiene derecho a recibir dinero de sus familiares. (Fuente: Tabasco Hoy)

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