OPINIÓN | La hora de los mexiquenses | Por Santiago Biana

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Existen fuertes probabilidades de que este año, como sucedió en Quintana Roo en el 2016, caiga otro de los feudos más antiguos y rupestres del priismos en México: el del grupo Atraco-mulco. Al parecer, la izquierda se apresta a dar un duro golpe, de ahí que todo nos haga suponer que la contienda será férrea.

Mientras tanto, el priísta Alfredo del Mazo ha iniciado su campaña en pos de la gubernatura que ha estado en varios de sus familiares. Lo del Estado de México, desde luego, es modelo prístino de las oligarquías que gobiernan a México.

El primer spot que el priista del Mazo puso a circular vía redes, fue sin duda,  frente al electorado mexiquense, de un candidato que, inconscientemente, se sabe perdedor: sabe que va a perder, mi lectura es esta: del Mazo representa al primo idiota que da la cara ante la llegada de Noche triste del grupo Atracomulco.

Pero algo dice de cierto el primo del peor presidente en la historia de México, en ese spot citado: si se cambia el gobierno, si se cambia la estructura de poder en Edomex, ellos, el grupo Atraco-mulco, lo perderían todo.

Desde el lugar de los hechos, Sergio Terrón, me recuerda que a Alfredo del Mazo, la gente de Huixquilucan, municipio que gobernó, lo corrió y le reclamó su mala administración, que no cumplió sus promesas de campaña cuando gobernó ese municipio cercano a la ciudad de México.

Esto sucedió el 14 de marzo de este año. Mujeres en su mayoría, cubrieron de abucheos al primo del peor presidente. Y no digo por decir el peor presidente de México que ha llevado a cabo las últimas reformas estructurales para profundizar el abismo neoliberal en que se encuentra inmerso el país desde 1982. El peor, el que descuella en la historia política de México, ahíta de criminales, dictadores, ladrones, corruptos y sátrapas enfermos  de poder que han gobernado este país (con exclusión de mi general Cárdenas, desde luego).

El PRI, hay que volver a repetir, fue un error histórico, el engendro maldito de una revolución traicionada, como nos recordaba don Adolfo Gilly, que si bien puso orden y creo algunas políticas dignas de encomio (el indigenismo, por ejemplo), lo hizo pensando en clave autoritaria.

Los mexiquenses, que en buena medida contribuyeron para la llegada de Enrique Peña Nieto a la silla hechizada, ahora tienen que sacar el coraje y darnos un ejemplo histórico de que ya están hasta la madre de los patricios y alfeñiques del grupo Atraco-mulco.

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