Chomsky… like | Por Rodrigo De la Serna

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Me da gusto ver que una de mis peores influencias, ahora es medio escuchada y vista en las redes sociales, a veces ya es viral… trending topic. Estoy seguro de haber escrito medio escuchar a Noam Chomsky. Lo de menos son sus libros si lo que se debe ver es su imagen, oírse su voz de abuelo cabrón pero paciente, y el antro donde hable el lingüista. En este caso importa mucho la duración del video: máximo unos minutos. La globalidad no tiene todo el día…

Escribí antro en pleno uso de mis facultades. Actualmente el concepto funciona para universidades, congresos, partidos, iglesias, estadios, casi todo espacio que congregue audiencias, reales o virtuales. ¿O cómo llamar entonces al espacio que transmite los reality-shows? ¿O las terapias de shock “performanceadas” por predicadores y feligreses? ¿El día de muertos y el carnaval son conmemoraciones ciudadanas? Casi todo lo que se oye y se ve en el ciberespacio, peor si es en Bayreuth, se ha convertido en un antro.

Y en eso anda ahora el viejo Chomsky, ya de 79 años. Supongo que las más de las veces ni se entera de quién o adónde lo van “a postear”. Me da gusto que quienes avanzan con el milenio se interesen en gente como él, como Hessel o Saramago, a quienes el tiempo ha concedido una gracia que ha de saber a buen vino: ser escuchados, quizá leídos, seguro vistos como la contracultura en nuestros días de imágenes por trillones.

 

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¿Qué cómo llegó a mis manos un primer libro suyo una tarde de otro siglo? Pedía aventón en avenida Universidad y M. A. de Quevedo, rumbo a CU; esa vez era por prisa, no por irse lejos de la ciudad; y ni el trole ni peseros ni camión pasaban, olvídate de un taxi. Fui ignorado a lo largo de unos quince contaminados minutos; bajo la llovizna pesaban como nunca las cosas que llevaba a la facultad. ¿Por qué no tengo un pinche paraguas?

A la siguiente tanda de carros que les tocó el alto, vi un Datsun naranja quizá ’67, ya gastado el pobre; me hacía señas un tipo con pinta de maestro alivianado… Pues fui; en el asiento posterior como pude acomodé mis cosas sobre montones de libros y diarios. Me trepé adelante justo al encenderse la luz verde.

No era catedrático, era el adjunto, le pedí que por favor me explicara. Estaba en Economía, no en la fac o de menos en Arquitectura, además era de Mochis; y otra explicación pedí. Y algo contó. Fumamos.

Jodidón el auto pero traía su tocacintas Pioneer, y lo que sonaba en ese instante de 1978, y ya en stereo, era Jethro Tull: Living in the Past… juro que sin pensarlo dije una insensatez sensata: Esos güeyes me hacen pensar en rollos como los que suelta Chomsky.

El joven adjunto: Ah… te late su onda… ¿y eso? Y uno aprovechó para pavonearse siendo que no lo había leído, lo conocía más de oídas, en revistas (Sucesos, Plural), diarios (unomásuno), o parrafadas entre ganja, alcohol, rock y María Sabina, más no por un libro.

Se estacionó en la rectoría, quién sabe qué asuntos tenía el hombre por ahí. Hice acopio de mis chivas y bajé del datsun, me calzaba lo mejor que podía los telebrejos para clase de Diseño IV y Dibujo; ya me iba cuando aquel adjunto en vías de ser profesor universitario, volvió a hacerme señas… que me acercara.

Y me dio un libro: “Por razones de estado”… ‘Acéptemelo paisano, a ver qué le parece, y ahí luego me cuenta’… Y para empezar con Chomsky en serio, digamos que con eso tuve.

 

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Más tarde dejé de leerlo por lustros. Ya no lo consulté como en aquellos días de facultades. Será por haberme hecho viejo, por desidia, no lo sé, quizá el mar Caribe decía una verdad más tangible que la de ciertos libros…

Ahora, en las puertas del desierto y con cien años a cuestas, me da por acordarme de sus propuestas y tesis, que han hecho reflexionar no sólo a este guamáre, sino a las generaciones que van a su lado.

Algo de revelaciones y estudios de Noam Chomsky sobre nuestro tiempo:

—En “Syntactic Structures” y en “Teoría de una gramática universal”, demuestra que el lenguaje es innato en la especie humana, la transmisión es más genética que evolucionista, proviene de un órgano específico en el cerebro sólo dedicado a procesar los cambios en la lengua generación tras generación.  

—Ha desarrollado el desmenuzamiento más metódico de la sociedad capitalista postmoderna, casi a niveles de Marx, Smith y Bakunin; retoma a MacLuhan y Foucault entre otros, y traza el mapa cotidiano de las mutaciones en corporativos y estados; por lo general concluye con lo que a todos afecta desde 1989: malvivir la era del abuso justificado con la tecnología, la historia, la religión y la política oficiales. “Razones de estado” y “La segunda guerra fría” son análisis quirúrgicos de tal statu quo, sustentados por bases de datos socio-histórico-económicos.

—Un ejemplo certero del funcionamiento del nuevo poder, los medios de comunicación por encima de los medios de producción, está en “Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media”, en español “Los guardianes de la libertad”, libro compartido con E. S. Herman; sus tesis exponen lo que hoy se denomina como fabricación del consentimiento.

 

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Si en algo se ocupa el hoy célebre descifrador es en escribir. En este caso lo prolífico no merma lucidez y pertinencia, Chomsky no es gente de ocurrencias, es símil de hombre de ideas en cualquier estilo –oriental, griego, mesoamericano, árabe, quechua, africano o judeo-cristiano-occidental. Es significativo el interés de “millenials” y desencantados por el anarquismo compartido por el viejo lingüista.

Vale la pena escucharle (¿leerle?) su postura ante cuestiones de polémica más que de fondo: que si es o no es ateo, si anarquista o socialista libertario, si filósofo o lingüista, etc. En tal sentido llega a parecerse al Saramago que una ocasión toreó a la chacaleada con un pase legendario: Cuanto más viejo más libre, cuanto más libre más radical.

Finalmente, es sabido que si alguien pone en claro lo que sucede (en arte, en ciencia, en letras o música), siempre habrá otros que lo nieguen. Tras el anciano judío que tiene vetado entrar a Israel, hay parvadas de plumas y rifles que “lo desmenuzan”, despedazan, desarticulan y demás actos de fuerza limitada. Acaso lo que logran es darle otra vigencia a sus lecturas de nuestro tiempo.

Ladran, Sancho… señal que cabalgamos.

 

 

La Guadalupe SMA

octubre 2017  

 

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