Tulum: del Eco-Chic al chiquero | Por Carlos Meade

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Las playas de Tulum se han distinguido por la oferta hotelera de pequeña escala. Son alrededor de 120 hoteles los que brindan opciones de hospedaje en esta hermosa playa. Inicialmente, eran hoteles rústicos hechos a la medida de un turismo joven que buscaba disfrutar de la naturaleza, sin lujos y con tarifas módicas. Hace poco menos de 20 años era posible encontrar alojamiento por 5 dólares en una cabaña con piso de arena y dotada de una hamaca. Actualmente, por esa misma cabaña se piden 50 dólares. ¿Cómo es esto posible?

En la medida que la Riviera Maya se ha ido desarrollando y que la oferta de naturaleza se ha ido degradando, el modelo de Tulum se ha revalorizado gracias al turismo que huye de las grandes cadenas hoteleras y de los planes todo incluido. Pero, la verdad sea dicha, la oferta de naturaleza en la gran mayoría de estos pequeños hoteles es apenas un maquillaje frente a la acción depredadora que realizan debido a sus malas prácticas en el manejo de energía, agua y desechos sólidos. A pesar de ello, se anuncian como hoteles “Eco-Chic”, lo que significa, según entiendo, que son muy ecológicos, además de ser lujosos y tener “estilo”.

El mercado manda y esos hoteles rústicos de los ochentas y noventas tienen ahora un turismo más “chic” y más snob (y de un poder adquisitivo más alto) que gusta de disfrutar de la naturaleza, pero sin perder su zona de confort, lo que pasa por el uso de aires acondicionados, a falta de sistemas bioclimáticos que sería factible establecer. Como en esta zona no hay servicio de electricidad, los hoteles han adoptado las ruidosas y contaminantes plantas de diésel para generar electricidad y poder ofrecer aire acondicionado a sus clientes. ¿Es esta práctica muy Eco y muy Chic?

Muchos de estos hoteles no cuentan con sistemas apropiados para el tratamiento de sus aguas residuales y no es raro encontrar malos olores a la orilla del mar o en la zona de manglares, lo que significa algo preocupante: la contaminación de las aguas costeras.

No nos engañemos, la ostentación de empresas Eco-Chic no se sustenta, en la mayoría de los casos, en una gestión ambiental adecuada y sostenible. Es muy fácil colgar un letrero y preservar algún área con vegetación nativa para engañar al turismo, pero esta actitud no hará sostenible al destino.

Hace algunos años, un grupo de consultores locales especializados en tratamiento de agua, energías alternativas, manejo de residuos sólidos y otras disciplinas relacionadas a las buenas prácticas en turismo sostenible, ofrecimos a los hoteles de Tulum iniciar un proceso para certificarse como empresas sostenibles. De los 120 hoteles convocados sólo 4 de ellos se interesaron, lo que hizo inviable la propuesta.

Años más tarde, en 2014, Amigos de Sian Ka’an, A.C. lanzó una nueva iniciativa para que los hoteles de Tulum fueran parte de la marca de ecoturismo Maya Ka’an, cumpliendo algunos requerimientos en sus prácticas. Incluso, un diagnóstico inicial era financiado con recursos del BID manejados por Amigos de Sian Ka’an.  Aquí también la respuesta fue raquítica.

El proceso de certificación, hay que decirlo, es complejo y puede implicar fuertes inversiones, sobre todo cuando las cosas no se hicieron bien desde el principio. Los pequeños hoteles de 10 habitaciones o menos tienen un problema adicional ya que diseñar y aplicar un programa de gestión ambiental requiere personal especializado de planta.

Por otra parte, el segmento de turismo sostenible crece. Estos viajeros exigen que los hoteles cuenten con certificaciones que aseguren que no están destruyendo los ecosistemas, que no están abusando laboralmente de sus trabajadores y que no están afectando la cultura local. Cada vez hay más personas en el mundo dispuestas a pagar un poco más para asegurarse de que los hoteles en que se hospedan tengan buenas prácticas en turismo sostenible. Esto no garantiza la sostenibilidad del destino, pero al menos indica que un hotel certificado contribuye con ello.

Existen muchas opciones de certificación, muchos sellos disponibles. Uno de los más completos procesos de diagnóstico para la certificación es el que propone Rainforest Alliance, que ha desarrollado un exhaustivo cuestionario que abarca los ámbitos socio-ambiental, socio-cultural y económico-administrativo.

Sería un buen síntoma de compromiso serio con el destino que todos estos pequeños hoteles que se anuncian como ecológicos y sustentables realmente se sometieran a un programa de certificación que demuestre que no se trata de una postura engañosa y fraudulenta.

Por otra parte, si esta pequeña hotelería se sigue resistiendo a mejorar sus gestión ambiental no faltará mucho para que el Eco-Chic derive en un chiquero al que ningún turista quiera venir.

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