“Las mismas frivolidades y banalidades de antaño”. Las razones de la derrota del ‘Frente’ en Quintana Roo | Por Sergio Flores, consejero estatal del PRD (Columna invitada)

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Juan Carlos Pereyra, uno de los artífices de la derrota aplastante del 'Frente' en Quintana Roo.

El PRD sin duda pasará por un profundo replanteamiento de sus causas para mantenerse de pie en el panorama electoral.

Juan Carlos Pereyra, uno de los artífices de la derrota aplastante del ‘Frente’ en Quintana Roo.

Durante los últimos 20 años en Quintana Roo desde que AMLO lo dirigía como Presidente Nacional, se construyeron escenarios ganadores como Gastón Alegre, “Chacho” Garcia, “Greg” y figuras de alta rentabilidad electoral.

Así hasta apoyar la alternancia electoral en el 2016. Donde sin duda el voto del PRD significó el triunfo político del hoy Gobernador.

Estos dos años el partido mantuvo una postura burocrática y casi gerencial de coordinación y acuerdos con el grupo en el poder, con muy reducidos espacios en el gabinete y lo lamentable sin la construcción de candidatos propios o escenarios ganadores para reencontrarnos con el electorado en los municipios en el 2018.

Cuando llegó la hora, en el caso particular de Benito Juárez, se fue por Mara Lezama, quien ya tenía un compromiso político con Morena, en la mesa se frenó la participación de compañeros al interior, para atrevernos a construir un escenario ganador, así fuimos a buscar a Jose Luis Toledo Medina; luego hubo un viraje y un pequeño grupo de la calle 22 de Enero, vio el peligro que podía representar el triunfo de éste y perder el control de la sucesión gubernamental. Las consignas fueron directas: Jose Luis no pasa.

El PRD tenía dos caminos, o tomar un destino propio para sobrevivir, u obedecer la disciplina institucional y aceptar cualquier candidato.

El riesgo tuvo un costo muy alto, se usaron las instituciones para impedir a toda costa el logro de la candidatura municipal en Benito Juárez. Y de plano se cerraron todas las vías para ello. El poder estatal coordinadas por Juan Carlos Pereyra Escudero, usaron todo, desde coordinarse con antiguos adversarios y repetir viejas prácticas que creíamos ya extintas en este nuevo gobierno “democrático”.

El resultado hoy está en las urnas, ganó el hartazgo social, la falta de respuesta inmediata que esperaba la ciudadanía, el crecimiento exponencial de la inseguridad, el conflicto de la Ley de transporte, donde la postura oficial fue la de “no cuidar votos”, los escándalos en las finanzas y endeudamiento, las mismas frivolidades y banalidades de antaño, pero sobre todo el clima de ingobernabilidad que hay a lo largo y ancho del Estado.

Es cierto que partido hoy presume tres presidencias municipales ganadas en donde encabezaba el convenio de coalición, no porque tuviéramos a los mejores candidatos competitivos, sino por la debilidad y flaqueza de los candidatos de MORENA. Además se pierden tres grandes bastiones electorales y políticos, justo donde el capricho y la terquedad llegaron al límite.

La sociedad no está ciega, premia y castiga, al PRD nos toca asumir nuestra parte. Pero lo mismo deben de reconocer los que tuvieron la conducción política de este proceso. Lo que no podemos seguir permitiendo en el PRD, en particular el dirigente de mi partido en el Estado, mantenga una postura de sumisión al dictado institucional del gobierno. Mucho menos prestarse al desaseo institucional para legitimar prácticas antidemocráticas que otras etapas hemos combatido, en particular en Solidaridad, donde el triunfo electoral lo tiene una ex perredistas y compañera de izquierda.

Para ello urge convocar a un Consejo estatal y abrir el debate de la línea política que habrá de tener rumbo a la renovación del Congreso Local del 2019.

Hoy el PRD se juega su registro nacional y en menos de un año en la renovación del congreso, buscará mantener su registro local.

Si aprendimos la lección, desde ahora tenemos que promover a los mejores en los distintos distritos y en la oportunidad de la estrategia recuperarnos con la izquierda.

La profunda crisis es moral, perdimos la legitimidad de nuestro discurso ante el electorado. Por ello el dilema es volvemos a nuestras causas con la izquierda o nos extinguimos.

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