La iglesia no perdona a Juárez | Por Benito Sulub

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El máximo héroe en el altar patrio, Don Benito Juárez García es, a la vez, el villano favorito de la iglesia católica desde que, con la Ley de Nacionalización de los Bienes del Clero Regular y Secular de 1859, la despojó del monopolio ocioso de las tierras nacionales para ponerlas al servicio de la nación y los particulares.

Cada que pueden, le aplican pequeñas venganzas como esta de tratar de eliminarlo de la nomenclatura cívica o, las más reiteradas, al apropiarse por la libre de espacios públicos para implantar sus templos. Por cierto, la autoridad municipal de Benito Juárez (Cancún) les acaba de demoler uno por mandato judicial. Hecho que podría repetirse en varios puntos de la ciudad.

La iglesia católica pasa por uno de los peores momentos de su historia universal. Cientos de sus ministros están siendo señalados -por aquí y allá en el planeta- de misoginia, ruptura del celibato y pederastia, haciendo brotar en pus la descomposición moral acumulada debajo de las sotanas durante décadas.

Todo ello explica la irritación pública que el obispo Pedro Pablo Elizondo ha descargado estos días, en tono nada santo, sobre políticos, servidores públicos y miembros de otras iglesias, presionando a la autoridad municipal para mantener privilegios de representación e interlocución y para asegurar los espacios físicos ocupados por iglesias y catedral.

En el municipio de mayor población proporcional no creyente donde, a la vez, crecen aceleradas diversas iglesias y religiones, bien haría la presidenta Mara Lezama en privilegiar la responsabilidad laica de su investidura y no vencerse por el impulso de sus propias creencias.

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