La historiadora de los yaquis en Yucatán | Por Gilberto Avilez Tax

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"La Generación 1999-2000 de Raquel Padilla Ramos de la Maestría en Ciencias Antropológicas de la Facultad de Antropología de la UADY".
“La Generación 1999-2000 de Raquel Padilla Ramos de la Maestría en Ciencias Antropológicas de la Facultad de Antropología de la UADY”.

 

Hace unos días la comunidad de historiadores de la Península de Yucatán recibimos una trágica noticia venida de Sonora: la historiadora de los yaquis, Raquel Padilla Ramos, había sido víctima de feminicidio por su pareja. La noticia corrió por toda la Península, así como a nivel nacional e internacional. Raquel, la activista, la amiga, la maestra, había sido asesinada de una forma atroz.

Yo no supe responder con prontitud, me sentía devastado, con impotencia y fastidio. La conocí en 2012 cuando Raquel llegó a Mérida a presentar su libro Los irredentos parias. Los yaquis, Madero y Pino Suárez en las elecciones de Yucatán, en 1911, editado por el INAH. Ese libro me lo había facilitado mi director de tesis doctoral, el Dr. Antonio Escobar Ohmstede, diciéndome que tendría que leerlo para la tesis. Fue el comienzo de mi acercamiento con ella. 

Y es que en ese libro, Padilla Ramos estudió pormenorizadamente los años de exilio de los yaquis a Yucatán y fue la primera en tocar (aunque existían referencias de ello en otros autores) la rebelión de los de Peto, en marzo de 1911, contra el sistema esclavista de los plantócratas henequeneros-azucareros al sur de Yucatán. En los “idus de marzo” de 1911 acaecido en la villa de Peto, Raquel lo denominó “cuando al reloj de Peto se le acabó la hora”, pues el tiempo antiguo del viejo régimen, comenzaba a hacerse añicos en distintos pueblos de la frontera: Peto, Temax, Santa Elena, Yaxcabá, Raquel pasó revista a esas revueltas populares campesinas donde sus adorados yaquis, fogueados en las guerras contra don Porfirio, fueron de invaluable ayuda a los campesinos mayas que habían respondido al llamado de los dzulitos de Mérida para proclamar la Revolución en el campo yucateco. 

Los trabajos desde licenciado hasta doctorado de Padilla Ramos, se han vuelto de obligada referencia a la hora de conocer y criticar los años esclavistas del Porfiriato en Yucatán, donde los yaquis vinieron a parar con sus huesos, alejados de su tierra sonorense. ¿Cómo fue el trayecto de Sonora a Yucatán?, ¿cómo se adaptaron y resistieron los yaquis al nuevo contexto geográfico esclavista?, ¿cuántos regresaron a Sonora, hubo descendientes, cómo reconstruyeron su cotidianidad en un medio opresor y racista como lo fue el periodo henequenero en Yucatán? Estas fueron algunas preguntas que, en su vocación por seguir al exilio de los yaquis a Yucatán, Raquel, siendo una adolescente, tomó el avión desde Sonora para estudiar la licenciatura en antropología en la Universidad Autónoma de Yucatán, y posteriormente una maestría, a fines del siglo XX. En su trayecto académico en Yucatán, nació una hija y Raquel se volvió yucateca. Tantos amigos que sembró en esta tierra, que a todos nos dolió su partida intempestiva. 

Yo llegué después a conocerla, cuando Raquel ya laboraba en el INAH Sonora. Desde aquel entonces, tuvimos comunicación seguida vía las redes sociales y, de vez en vez, por el celular. Teníamos un proyecto de investigación en curso: “De Yucatán a Sonora: José Patricio Nicoli y las guerras de los mayas, yaquis y mayos en la segunda mitad del siglo XIX”, que cuando se lo planteé en 2015 a Raquel, de inmediato se puso a indagar en las bibliotecas de Sonora el paso de aquel patricio yucateco por el estado de Sonora, exiliado a ese lejano estado del norte después del triunfo de Porfirio Díaz, por razones muy distintas a lo que a fines del XIX sería el exilio de los yaquis a Yucatán. Hace apenas unas semanas, Raquel me puso en contacto con el Dr. Francisco López Bárcenas, para que participara en un homenaje en Cuernavaca a otro historiador desaparecido, Francisco Pineda Gómez.

Académica e investigadora que no se quedó en el claustro aséptico, por redes y por diversos espacios, Raquel hizo suya las luchas actuales del pueblo yaqui. Fue una irredenta defensora de ellos. Los yaquis también le lloraron, los yaquis hoy la consideran como parte de sus ancestros que hoy vigila desde un más allá cercano, el territorio de ese pueblo jamás dominado.

Ese día viernes 8 de noviembre que supe lo de su deceso, por la noche hablé con mi amigo, el Dr. Felipe Escalante Tió, y le planteé que los historiadores y antropólogos de Yucatán, hermanados con los de Sonora, estamos obligados a hacerle un homenaje a la memoria, a la obra y acciones de Raquel Padilla Ramos. Condiscípulos tendrán que decir algo, así como sus maestros yucatecos de licenciatura y postgrado, y los que de alguna manera venimos después y tuvimos la suerte de que esta gran mujer nos ilumine con su fuerza, valentía y sobrado trabajo investigativo, con el que estamos en deuda permanente.

 Siempre voy a tener presente estas palabras que me dedicaste de tu libro, Raquel: “Gilberto, ¿cómo subsanar el faltante de páginas, sino diciéndote que te dedico este libro con mucho cariño, esperando largos años de amistad? Raquel. 2012”.

El cariño fue recíproco, Raquel. 

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