Estampas del socialismo en Yucatán: el hombre de Tahdzibichén, Demetrio Yamá | Por Gilberto Avilez Tax

0
164

En mayo de 1923, el líder sindical conkaleño, Héctor Victoria (1886-1926), célebre por participar como redactor de la Constitución de 1917, les diría a los socialistas de Peto una frase que tiene mucho que ver con la manera práctica en cómo se estableció el “socialismo yucateco” en los pueblos del interior de la Península: “[…] estén alertas y que en cada casa de todo socialista no faltase un cuñete de pólvora y un Winchester para rechazar al enemigo”.

A grandes rasgos, así era como se practicaba la “política” en los pueblos mayas yucatecos a partir de 1909: más ley del garrote y razonamientos de pólvora, que análisis fino y disensión razonada. Tal vez esto no ha cambiado del todo, pues aún hoy en día, en cada año electoral, en todos los pueblos de la península se siente y se deja ver esas fiebres tercianas producidas por las veleidades políticas: pueblos divididos por unos colores, caciques o caudillos saturninos; luchas fratricidas en pos de los “apoyos”, enemistades construidas bajo la cansina sombra de la malhadada política pueblerina.

En el periodo que va de 1909 a 1924, la política dividió como nunca a los pueblos yucatecos, y en tiempos del proceso de construcción del poder socialista, que va del “zamarripazo” (diciembre de 1919, mediados de 1920) hasta el ascenso de Carrillo Puerto al poder, las tumultuarias elecciones que se sucedieron tuvieron una enorme cuota de sangre: socialistas en desbandada, se enfrentaron con liberales triunfantes y viceversa. Hubo casos de rapiña, pueblos abandonados como producto de las quemas, pueblos derruidos y con escenas dantescas como Libre Unión, Xaya, Tixmehuac, Dzitás y tantos otros; así como algunas escenas de literal canibalismo que nos remontaba a tiempos del salvajismo, o más exacto, a tiempos de la funesta Guerra de Castas. Estos “fantasmas de la Guerra de Castas” tenía su traducción en la respuesta de las clases campesinas ante el proceso de construcción de un nuevo Estado y su relación fundamental con la tenencia de la tierra, así como su mayor o menor participación en la administración del poder local. Para la prensa meridana, por el contrario, el descontento popular era reducido a esa sed de sangre inmisericorde propia de los “bárbaros”, con el que peligraba la “civilización yucateca” nuevamente. En octubre de 1920, La Revista de Yucatán, al dar la relación que los pueblos [socialistas] de Tacdzibichen, Kancabdzonot y Yaxunah habían sido quemados por “individuos de Sotuta y Yaxcabá” [liberales], se preguntaba que, sin con estos y otros hechos: “¿Volverán los días luctuosos del 47 y del 48? ¿Se dará al mundo civilizado el bochornoso espectáculo de una regresión a los tiempos primitivos, en pleno siglo XX?

Los hombres y mujeres del campo yucateco, mayas y mestizos, traducían su descontento en la lucha sostenida, no apelando a elementos modernos, sino a ideas más básicas como el sentimiento de justicia y de venganza construida mediante la violencia creadora, aunque tenemos que decir que eran grupos minoritarios, bandas comandadas por caciques de pueblo relacionados con los políticos meridanos. Eso se puede ejemplificar en la biografía de caciques socialistas como Elías Rivero, en la región de Peto, o de ambiguos y flexibles (políticamente hablando) personajes como José Loreto Baak, en la región de Santa Elena Nohcacab.

Asimismo, podríamos establecer ese sentimiento de violencia creadora en la figura poco conocida del líder socialista del pequeño pueblo de Tahdzibichén, “el tuerto” Demetrio Yamá. La quema del pueblo de Tacdzibichén en octubre de 1920, a manos de liberales de Yaxcabá y Sotuta, no quedaría impune, pues ocho meses después, Yaxcabá sería arrasada por la furia de los socialistas comandados por Demetrio Yamá.

El tuerto socialista Demetrio Yamá, al parecer, descendiente de coreanos por su apellido (aunque la prensa meridana lo haya caracterizado como un “maya sanguinario”), nativo de “Tahdzibichén” (Santiago Pacheco Cruz traduce la toponimia como “lo pintado o escrito por el señor del pozo o el dueño”), pueblo a dos leguas de Yaxcabá, juró y perjuró que a Yaxcabá, la pérfida liberal, la iba a convertir en cenizas pues contaba con los arrestos y con más de mil quinientos hombres pertrechados de carabinas 30-30. Ese vaticinio casi se cumple en 1921, cuando, al grito de ¡Viva Demetrio Yamá!, ¡Viva Felipe Carrillo Puerto!, ¡Viva Tahdzibichén!, ¡viva Pisté!, ¡muerte a los liberales de Yaxcabá!, más de 400 hombres invadieron el pueblo en la madrugada. El socialismo yucateco no se construiría con solo palabritas.

Eran hombres de los pueblos cercanos y de Ebtún, de Kankabzonot, de Yaxunah y los ranchos Kopteil y Sacbacelcán los que habían irrumpido en el pueblo, una madrugada de junio de 1921. Iban comandados por Demetrio, por el socialista yaxcabense Clotilde Cob, Isabel Moo, y por el incansable guerrillero cacique de Tinum, Santiago Viana.

Esa noche, con una nula vigilancia de apenas cuatro hombres, los socialistas de pueblos alrededor de Yaxcabá prendieron fuego a unas cuantas chozas de los cabos del pueblo, incomunicándolo, hicieron algunos saqueos, mataron a unos cuantos –los principales del pueblo- y en la mañana del día siguiente desaparecieron. Antes, los socialistas de Yaxcabá que se habían unido a Yamá, habían marcado las casas de los socialistas del pueblo para distinguirlas de las casas de los liberales, a las cuales les pusieron una contraseña para ser quemadas.

Se decía que algunos venían apenas de haber saqueado la hacienda Chichén Itzá, unas semanas atrás. El socialismo no se construiría solamente con palabritas sino con los hombres fuertes y caciques mayas aguerridos de los pueblos. Eso lo supo don Felipe desde el primer momento: cuñetes de pólvora y el Winchester cerca.

Días después de los sucesos de Yaxcabá, La Revista de Yucatán (25 de junio de 1921) informaba que la mayor parte de las familias “supervivientes del desventurado pueblo de Yaxcabá, se ha estado desavecindando, para radicarse en diversos puntos del Estado, por carecer en aquel pueblo de la tranquilidad de que gozaban antaño, dado que hasta ahora no saben que se hubiese hecho nada para perseguir a los facinerosos”. El robo de caballos y de ganado, no se dio a esperar.

Pero lo cierto es que los cabecillas de los desmanes en Yaxcabá, siete de ellos, sí fueron aprehendidos por el jefe del destacamento militar de Peto. Entre esos siete se encontraba Demetrio Yamá. Los rebeldes se encontraban ocultos en casas cercanas a la estación del ferrocarril –lo que sin duda relaciona a estos socialistas de Yaxcabá con los socialistas de Peto. El 29 de junio de 1921, La Revista de Yucatán informaba, con estruendo, “la misión” que tenían los asaltantes de Yaxcabá en el sur del estado. Viajando con pases libres, el proyecto era ahora asolar los pueblos de la región de Peto, seguramente que para afianzar el socialismo en una región altamente conservadora. Decía la nota de prensa, lo siguiente:

“Personas de Tekax señalan que por el primer tren de hoy pasó rumbo a Peto, Demetrio Yamá con otros tres sujetos, autores de los sucesos de Yaxcabá. Su destino es Tzucacab, donde en compañía de ‘compañeros’ que ahí tienen, saldrán para Chacsinkín y otros lugares del Sur, donde tienen la misión de sembrar el terror y que de hecho tiene ya conocimiento el Gobierno del Estado”.

Pero lo cierto es que Demetrio Yamá, así como tantos socialistas de los pueblos, apenas comenzaban a despuntar en la política instaurada por los nuevos tiempos socialistas. La llegada al poder de Carrillo Puerto, en 1922, posibilitó que el antes “sanguinario maya” analfabeta, se convirtiera en candidato a diputado estatal. Anexo un documento periodístico de la época, del periódico meridano –y, por supuesto, contrario al socialismo- que da cuenta, con pinceladas racistas, de algunos hechos de Demetrio Yamá.

El Correo. Periódico Independiente de información General. Mérida, Yucatán, Méx. Sábado 13 de Octubre de 1923.

 

Las Amenazas de Demetrio Yamá

Demetrio Yamá, candidato a Diputado por la Liga de Resistencia de Sotuta, era hasta hace poco un peligroso salteador que merodeaba en las inmediaciones de Yaxcabá, Libre Unión y Tacdzibichén, pequeñas poblaciones en las que más de una vez cometió sus acostumbradas tropelías.

Como seguramente recordarán nuestros lectores, Yamá incendió la primera de las poblaciones indicadas, después de haber dado muerte, de manera cruel, a sus más caracterizados habitantes, quienes antes acudieron a las autoridades federales, vanamente, en demanda de garantías.

Yaxcabá fue centro de las operaciones del sanguinario maya, varios meses, debido a que las autoridades socialistas de Yucatán estaban de acuerdo con él. Los mismos soldados de la Federación que fueron destacados en su persecución, se detuvieron a distancia prudente, manifestando entonces el Jefe de Operaciones, señor General Mange, que no podían seguir adelante sus hombres, por haber recibido instrucciones especiales de la Secretaría de Guerra.

Eso, a pesar de que Yamá había incendiado archivos de la pertenencia de la Federación.

Yamá es un maya que no sabe leer ni escribir, sin hipérboles. En momentos de ser postulado por sus compañeros de Sotuta, los contados socialistas de dicho lugar, estaba en completo estado de embriaguez, escandalizando en casa de un compadre suyo, donde se había dado cita con otros bandoleros de su mismo calibre, compañeros suyos en el asalto de Yaxcabá.

Yamá no tenía noticias de que el señor de la Huerta había aceptado su candidatura, de hecho ignoraba por consiguiente, que el Presidente de las Ligas podía necesitar más tarde de sus servicios.

Cuando recibió aviso de su elección, cuando se supo candidato, se encogió de hombros, manifestando a los presentes que él no se dejaría asesinar con facilidad. Poco después conferenciaba con el Presidente de las Ligas, tratando ambos algunos asuntos referentes a la campaña política…del señor Elías Calles.

Yamá, desde entonces, está reconcentrando a los suyos en las pequeñas poblaciones sotuteñas. ¿Qué siniestros propósitos abriga el conocido bandolero? ¿Qué discretas instrucciones recibió del Presidente de las Ligas?

Yamá no ha sido discreto. Ha dejado sospechar algo. Anda amenazando a los sotuteños con la muerte, en caso de que estos intentasen hacer la oposición…al señor Elías Calles.

En números pasados hablamos de las amenazas de Yamá, las que trasladamos nuevamente al señor Jefe de las Operaciones Militares. Según informes que obran en nuestro poder, esas amenazas fueron vertidas contra los pacíficos habitantes de la Villa de Sotuta, quienes, en su mayoría, son…es decir, no son callistas.

Bueno sería que los morigerados vecinos de Sotuta, tomaran algunas providencias, para evitar una sorpresa. Yamá no ataca de frente, espera las oportunidades.

Comentarios en Facebook