CANCÚN, MX.- Mientras los springbreakers que llegan a nuestro destino son recibidos con los códigos de conducta en los que se les explica lo que pueden y no pueden hacer, no hay un código de ética para los trabajadores de los hoteles, que en muchas ocasiones permiten a los estudiantes caer en todo tipo de excesos solamente para obtener jugosas propinas, lo que en un momento dado puede incluso arriesgar la integridad física de los jóvenes, ahogados en alcohol.
En los códigos de conducta que se comienzan a repartir en el Aeropuerto Internacional de Cancún a la llegada de los springbreakers se especifica, entre otros puntos, que no deben insultar a la gente en la calle, conducir en estado de ebriedad, beber alcohol en la vía pública, consumir drogas, causar disturbios, desnudarse en público, orinar en la calle y destruir propiedad privada.
Tanto las autoridades como los hoteleros y prestadores de servicios turísticos en general confían en que los jóvenes estudiantes seguirán las recomendaciones del código de conducta, pese a lo cual probablemente se volverán un dolor de cabeza para más de uno.
Pero como contraparte, los springbreakers se encuentran a merced de los malos servidores públicos y trabajadores de los hoteles en los que se hospedan, especialmente bar tenders y meseros, que con el afán de obtener jugosas propinas les sirven bebidas alcohólicas hasta embrutecerlos, lo que en un momento dado puede llevarlos, especialmente a las jovencitas, a ser violadas o, en el peor de los casos, a sufrir accidentes o incluso precipitarse desde el pretil de la terraza de su habitación.
También pueden ser objeto de extorsiones a manos de algunos elementos de la Policía Turística, especialmente si rentan una motocicleta, lo que suele ser una de sus actividades favoritas y manejan bajo los influjos del alcohol.
POR ESTO! de Quintana Roo tuvo la oportunidad de dialogar con un guardavidas que labora en cierto hotel especializado en springbreakers y con un trabajador que durante la pasada temporada se desempeñó como barman en otro centro de hospedaje, quienes constataron con sus propios ojos la falta de ética de algunos empleados, especialmente los que laboran en el área de los snack-bar.
El guardavidas, que por obvias razones solicitó el anonimato, manifestó que por lo general los salarios que perciben los trabajadores de los hoteles son bastante bajos y su ganancia real estriba en las propinas.
“Me ha tocado ver cómo llegan los chamacos al snack y empiezan a pedir tragos y más tragos, hasta que llega un momento que están bien ebrios; bueno pues entonces el bartender o persona que los atiende, en lugar de negarles el servicio debido a su estado, les comenta que ya no debería servirles más, pero que si le echan diez dólares al bote de las propinas, puede hacer una excepción”.
Naturalmente los estudiantes con tal de seguir tomando, entregan el billete “pero lo peor del caso es que cuando ya están a punto de caerse al suelo de borrachos, se les vuelve a pedir más dinero y hasta les ofrecen a cambio una botella entera, el caso es ganar”.
En el mismo tenor se expresó José Luis Sabido Estévez, quien trabajó como bar tender en un hotel cuyo fuerte son los springbreakers.
“Reconozco que yo también lo hice, pero sí sabía cuándo pararle, si ya los veía de plano demasiado tomados, ya no les servía más, pero es lo mismo porque si no era yo, era otro el que lo hacía y esto realmente no es ético porque no sabemos cómo puedan terminar al final estos jóvenes, tal vez incluso se le bote la canica a alguno y acabe tirándose por el balcón”.
Señaló que otro detalle que observó durante el tiempo que estuvo trabajando en el hotel fue que en ocasiones, sobre todo si se trataba de una mujer que se pasaba de copas, llegaba alguien diciendo que se hacía cargo de ella.
“En realidad no nos tomábamos la molestia de verificar si realmente la conocía, simplemente nos desafanábamos del problema y la dejábamos en sus manos, sin pararnos a pensar que tal vez la muchacha iba a terminar violada o despojada de sus cosas de valor”. (Fuente: Por Esto! de Quintana Roo)
Promueven en bares y hoteles excesos de ‘springbreakers’
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