Unas 85 mil personas que votaron en 2012 en el municipio de Benito Juárez, decidieron no hacerlo el pasado domingo.

Los comicios de este domingo fueron un auténtico contrasentido pues dos de cada tres ciudadanos, optaron por no votar por nadie en el municipio cancunense.

Se hizo un llamado votar y los ciudadanos se fueron al lado contrario.

Y en Benito Juárez se configuró el escenario ideal para el PRI.

Dos terceras partes de los integrantes del listado normal no votaron y el tricolor tuvo una victoria histórica en el municipio más poblado de Quintana Roo.

Paul Carrillo se convierte en el presidente municipal de algo así como del 20 por ciento de los cancunenses. Un Alcalde, de entrada,  ilegítimo

En 2012, votó un poco más de la mitad del listado nominal y la oposición, sin coalición, ganó de calle en Benito Juárez.

Y en 2013, los papeles se invirtieron, hubo menos participación y el PRI ganó.

Una escenario previsible, pero que la oposición no pudo o no supo combatir.

LOS ERRORES DE LA OPOSICIÓN Y LAS MAÑAS DEL PRI

Por supuesto, una gran responsabilidad de la derrota del domingo la tuvo el PRD y el PAN que incurrieron en errores de estrategia que hoy empezarán a pagar.

El primero y más grande de los errores, no poder ni siquiera concretar una alianza por una falla burocrática que el PRI aprovechó para impugnarlos.

No hubo alianza formal, pero si de facto, y el PRI se encargó de hacer más grande la confusión. El electorado no votó.

Pero hubo otros: desde un principio no supieron ser oposición y le regalaron a Beto Borge la reestructuración de la deuda de Félix, sin condicionamientos.

La reestructuración le dio al Gobernador el dinero y la tranquilidad para su operación política a cambio del espejismo de que se podía ser amigo del ogro.

Pero además, la oposición se dividió, se dejó infiltar y, para colmo, no elegió buenos candidatos, sobre todo en el caso de Cancún.

En Cancún, donde se esperaba una contienda más cerrada, los pasivos de imagen del Alcalde Julián Ricalde y la elección de Graciela Saldaña fueron el declive.

Graciela Saldaña fue, desde un principio, una mala elección. Sin carisma ni mensaje, no enganchó al electorado.

Además, su campaña fue de mala a regular.

Graciela se creyó que ella había ganado en el 2012 la diputación federal, pero el mérito fue de Andrés Manuel López Obrador.

En el PRD no supieron leer y hoy quedaron reprobados.

Y al final, el PRI hizo lo que siempre ha sabido hacer para ganar: desmotivar la participación ciudadana, coptar y dividir a opositores, alinear a sus huestes, controlar a los arbitros electorales, acarrear gente y movilizar a sus mapaches.

Fue una elección de manual. Manual de artimañas hartamente conocido contra el cual, sin embargo, no hubo por parte de la oposición una estrategia unificada de combate.

Y todo lo malo que sabe hacer, el PRI lo hizo bien.

Esa es la paradoja y la lección para una oposición que, trastabilló continuamente, y no tuvo la altura ni la visión para revertir la estrategia.

Tras perder la elección federal del 2012, Beto Borge empezó a organizar la campaña del 2013 y usó todos los recursos del Estado para derrotar a la oposición.

Pero aun con todo el dinero invertido y los recursos desviados, Beto Borge no ganó la elección.

Perdió la oposición. Perdió el ciudadano que no votó.

Gobernar con el 20 por ciento del padrón electoral no es triunfo para nadie.

Pero así están las cosas y así es la democracia en México.

Ahora, cancunenses, quintanarroenses que no votaron:

No se quejen cuando entre en vigor la verificación vehicular y aprueben el Dragon Mart.

No se asusten cuando anuncien una nueva reestructuración creditica y se duplique la deuda.

No maldigan si Cancún se convierte en al caja chica del Gobernador y sus excesos.

No critiquen los parques y escuelas pintados de verde y rojo, o amarillo.

No se ofendan si Quintana Roo es conocido como el estado de la pepena.

No se digan sorprendidos por el desvío de recursos públicos para seguir favoreciendo al PRI.

No alcen la voz por la censura en la prensa. No los escucharán.

No se indignen por el despilfarro grosero en la admnistración pública con sueldos de 50 mil pesos quincenales para manipuladores en redes sociales.

Nada de lo que ya estaba, cambiará. Todo lo que viene ya estaba escrito.

La elección, con el altísimo abstencionismo, está lejos de ser un cheque en blanco a pesar del triunfo del PRI.

Pero en un estado sin contrapesos, alguien ya lo empezó a gastar.

La elección fue un carro completo para el PRI, pero con asientos vacíos.

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