Opinión – Un paseo por la historia: yucatecos en el alumbramiento del Congreso de la Unión – Por Daniel Ávila Ruiz

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Hace unos días, durante la ceremonia de entrega de la medalla Belisario Domínguez en el recinto de Xicoténcatl, hicimos un breve recorrido por los pasillos del archivo documental del Senado, en el que se exhiben pinturas de legisladores que han encabezado la Cámara Alta y el Congreso de la Unión. El recorrido invita a dar un paseo por la historia y a mantener viva la memoria. Y, como es natural, me sentí especialmente atraído por las pinturas que inmortalizan el camino de mis paisanos, los yucatecos, por los muros de las distintas sedes del Poder Legislativo; luego, por recuerdos sobre lo aprendido hasta ahora.

Una historia del México independiente tiene que pasar por la figura de Andrés Quintana Roo, quien nació en Mérida en 1787 y presidió la Asamblea Constituyente que en 1813 redactó nuestra acta de nacimiento: el Acta de la Independencia Fue, además, un prolífico escritor y periodista, e impulsor de las bellas artes.

El segundo yucateco que nadie debe olvidar da nombre a muchas escuelas y algunas calles: Manuel Crescencio Rejón. Es él, precisamente, quien da nombre a mi escuela preparatoria en Tizimín, Yucatán. Nacido en Ticul, fue uno de los grandes liberales mexicanos del siglo XIX; diputado constitucionalista; defensor de los indígenas; promotor del voto directo para la elección de legisladores y del Ejecutivo; defensor de la autonomía de los poderes Legislativo y Judicial; y decidido impulsor de la educación. Además, se le considera el padre el recurso de amparo.

Manuel Lorenzo Justiniano de Zavala y Sáenz, de Tecoh, ocupa también un lugar en la lucha independentista. Electo representante a las Cortes de Cádiz, defendió las ideas federalistas con ahínco. Más tarde, participó en el Congreso Constituyente de 1824, del cual fue presidente. En los anales de la historia nacional, sin embargo, se le recuerda también como promotor del movimiento de independencia de Texas, aunque no existe acuerdo sobre las razones que lo empujaron a tal decisión: se aduce, por un lado, que fue consecuente con sus ideas federalistas, por otro, que protegía su hacienda, pues era propietario de largas extensiones de tierra en esa región.

Doy un largo salto: hasta el período constitucionalista de principios del siglo XX. Aquí habría que recordar las figuras de José Castillo Torre, diputado yucateco a la XXVII Legislatura del Congreso federal; de Miguel Alonzo Romero, diputado constituyente (1916.1917) así como a las legislaturas XXVII y XXIX, y quien fungió como Presidente de la Cámara de Diputados; y de Agustín Franco Villanueva, diputado federal entre 1918 y 1920, así como en las legislaturas XXVIII, XXXII y XXXVII.

A lo largo del siglo XX y lo que va del XXI varios legisladores yucatecos han fungido como presidentes de las dos cámaras, así como de la Comisión Permanente. La literatura académica y la historia los registrará con base a sus contribuciones al desarrollo no sólo de nuestro estado, sino de la nación. Por lo pronto, y dado que repasé algunos episodios, concluyo con un fragmento del poema de Leona Vicario, “la mujer fuerte de la Independencia”, esposa de Andrés Quintana Roo, quien desde 1810 aportó recursos económicos a los insurgentes, actuó como mensajera y protegió a perseguidos por sus ideas liberales.

El poema se llama Dieciséis de septiembre. Aquí el fragmento:

¡Sombras ilustres, que con cruento riego

de libertad la planta fecundasteis,

y sus frutos dulcísimos legasteis

al suelo patrio, ardiente en sacro fuego!

Recibid hoy benignas,

en su fiel gratitud prendas sinceras

en alabanzas dignas,

más que el mármol y el bronce duraderas,

con que vuestra memoria

coloca en el alcázar de la gloria.

*Senador por Yucatán. Secretario de las comisiones De Juventud y Deporte, De Relaciones Exteriores Asia-Pacífico y del Instituto Belisario Domínguez. Integrante de las comisiones de Turismo, Reforma Agraria y Bicamaral del Canal del Congreso.

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