Los mayas de los Chunes viven en condiciones paupérrimas y en una inercia desgastante | Por Manuel Cen Balam

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FELIPE CARRILLO PUERTO, MX.- El maestro Antonio Ramírez Salinas explicaba, que, si los jóvenes de la Zona Maya siguen sumidos en la miseria a falta de escuelas de alto nivel, podrían seguir dependiendo de las instituciones de gobierno o viviendo solo con migajas y dádivas.

Él había solicitado hace más de dos décadas un “Campus Universitario de Provincia” para poder establecerlo en la cuenca de “los Chunes”. Hoy ante las inundaciones, los Chunes es un lugar que luce desolado, en desgracia y pasando adversidades.

“Hoy como nunca antes, el futuro de los jóvenes mayas es incierto, no hay en el horizonte un proyecto gubernamental de largo alcance, los mayas viven en condiciones paupérrimas y en una inercia desgastante”, expresaba en su momento el maestro.

Su sola idea era que se edificara un módulo universitario en Tihosuco, para beneficiar a los jóvenes de “Los Chunes”, donde siguen siendo condenados al materialismo puro, al trabajo agrícola y por último a la migración, con muy pocas posibilidades de desarrollo.

¿A qué le temen?, se preguntaba Ramírez Salinas porque es evidente la dramática situación y empobrecimiento de esta zona con un futuro educativo cercenado, o es que, ¿viven temerosos del resurgimiento de la invencible raza maya?

Los mayas necesitan más allá de una institución tecnológica o de dádivas, una “Universidad Científica” que logre romper yugos y ataduras de la pobreza extrema donde viven para elevar la cultura universal.

Ciertamente hay jóvenes profesionistas, egresados de otras escuelas que les ha costado mucho trabajo, dinero y esfuerzo, hoy son un ejemplo de virtud y tenacidad.

Pero lo cierto es que hay otros jóvenes que no han logrado sus objetivos y sin temor a equivocarnos, no tienen alguna carrera que los respalde, acaban arrinconados como empleados en los hoteles y, lo que es peor, se van en otros lugares en busca de trabajo, pero a veces sin ningún resultado regresan a casa muy mal y contaminados por la globalización.

Luego entonces, ¿qué les espera o que merecen para que puedan desarrollar normalmente su vida cotidiana?

El estudio es el más indicado, una más de las aristas que componen su cosmovisión, y, es acá, en donde la modalidad educativa universitaria se convierte en una base sólida, no solamente para que puedan cursar sus estudios universitarios, sino también para que la educación superior se desarrolle dentro de sus mismos territorios.

La educación universitaria les podría permitir cursar sus carreras en sus propias comunidades, evitando el desarraigo producido por la pobreza o el traslado hasta otros centros de estudio. Les permite, además, seguir departiendo con sus familias y llevar a cabo sus actividades productivas en sus propias comunidades.

En conclusión, es digno reconocer que la gran mayoría de los estudiantes tienen una beca para que no abandonen sus estudios, pero, lo que sí es urgente, es el ingreso de los jóvenes indígenas a las universidades, para que se gradúen con éxito en sus estudios del nivel superior, mejor aún si tienen la escuela cerca de su casa.

En esta ocasión los desastres de la naturaleza, nos hacen ver las cosas de un modo diferente, donde las políticas públicas tienen que ser congruentes, donde el estado garantice los derechos de los pueblos indígenas, la seguridad social, económica, política y los recursos económicos.

Es necesario no sólo reconstruir sus casas o el regalo de despensas, sino que también garanticen su modo de vida, mejoren sus sistemas educativos y el ejercicio pleno del derecho a la participación social para una mejor relación entre autoridades indígenas, municipales, estatales y federales.

Es preciso reflexionar ante estos desastres naturales, cuáles son las tareas y las acciones, pero también, es necesario aclarar o hacer algo por el bien de los pueblos indígenas, en parte al Estado le corresponde. (Semanario Neek)

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