Agencia Reforma
CIUDAD DE MÉXICO.- Originalmente, los Judas del Sábado de Gloria debían incluir juguetes pegados al cuerpo, mismos que se habrían de despegar con el estallido de los cohetes.
Por eso, el maestro Felipe Eleazar Susano se apresura a pegar las cornetitas, máscaras y carritos al cuerpo de su “Atila” que representa esa parte de la tradición por la que ayer le hicieron honores al oriundo de Iztapalapa.
“Era básicamente como una piñata”, relata el artesano.
Susano está como niño, jala tiras de cinta adhesiva largas para cubrir el cuerpo de su creación que por lo menos le dobla en estatura, hecha en deshonor al rey de los hunos: tribu que dominó la Europa central y oriental en el ocaso del Imperio Romano.
“Era símbolo de terror y maldad, despiadado, sangriento, salvaje con todos los que le desobedecían”, reza una descripción de papel pegada al frente de la gran figura de esqueleto de carrizo.
Y ahí va el maestro Susano, corriendo con el paliacate rosado en la cabeza y agarrándose el gabán, y todo porque esta séptima edición del Festival de Cartonería de Santa María la Ribera, este artesano de quinta generación es homenajeado por su trayectoria.
El Festival, con motivo del Sábado de Gloria, permitió que artesanos de otros puntos de la Ciudad pudieran presumir Judas de todos tamaños y colores, como el de cabello blanco, barbilla partida y la banda presidencial.
El Colectivo de Cartoneros de la Ciudad hizo la tradicional quema de Judas con figuras e, incluso, con una pieza satírica del Presidente.
Sergio Cruz Moreno, artesano primerizo de la Gustavo A. Madero, quien asegura que su “Ay apá”, un diablo bien definido con las costillas saltonas y las piernas musculosas, le tomó cerca de 15 días y mil pesos de inversión.
La inversión rindió frutos, pues en el certamen organizado por los cartoneros resulta ganador del premio por mejor técnica de cartonería. El maestro Susano se lleva una mención honorífica por mantener los juguetes pegados al cuerpo, como dicta la tradición.
Los Judas vuelven a bailar y las bandas no dejan de tocar pero a lo que viene la gente es a escuchar tronidos y a ver chispazos y finalmente cuelgan dos altos especímenes del maestro Carlos Arredondo “El Torito”, oriundo de Xochimilco. Todo el mundo busca a don Susano para que encienda el primero, pero éste no aparece y el Judas se consume en poco tiempo, sin mucha gracia.
Finalmente aparece el maestro, ya sin paliacate, a dictar una breve conferencia de lo que significa quemar los Judas y a defender la tradición. Pela el carrizo de la mecha para prenderlo con un cigarro y así da pie a la reacción en cadena que despierta gritos, aplausos y llantos de los niños tras la última explosión escandalosa.