MORIR EN TIERRA EXTRAÑA: LOS DESTERRADOS ZAPATISTAS A LA SIBERIA TROPICAL | Parte II de II | Por Gilberto Avilez Tax

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Por Gilberto Avilez Tax

 

En un anterior artículo di a conocer los lugares en donde vivieron los desterrados zapatistas en tiempos de la dictadura Huertista. Apunté que, tanto con Díaz como con Huerta, el Territorio de Quintana Roo se había convertido en un lugar de confinamiento en la selva, en una “Siberia mexicana”, término acuñado por Turner en su célebre libro, México bárbaro. Di una breve descripción histórica del lugar donde los zapatistas habían permanecido recluidos, Cayo Culebras, tan modificado por el hombre y los elementos naturales a lo largo del siglo XX. 

Pues bien, ahora presento, para los lectores de este diario asiduos a la historia regional del Quintana Roo de mucho antes del turismo y la violencia, de ese Quintana Roo selvático, palúdico, chiclero, con una Guerra de Castas aún avivada por destellos de impaciencia de los siempre rebeldes cruzoob, con un Payo Obispo dormitando a un recodo del Hondo. Ese Territorio de Quintana Roo que fue el último lugar de llegada de los rebeldes zapatistas que no dieron tregua ni a Díaz, a Madero, a Huerta y a los carranclanes. ¿Cómo vivieron en el Territorio los zapatistas? Que yo sepa, estas transcripciones de periódico que presento, han sido recogidos escasamente en libros donde se trata el tema de la Revolución en los márgenes finales de los grandes escenarios bélicos donde se dieron los combates. 

Aunque comparto la idea de que el Golfo, Campeche y Yucatán se iban a convertir, posterior a 1920, en verdaderos laboratorios de la Revolución, Quintana Roo, por su condición selvática y su exigua gente, tuvo una significativa cercanía con lo que hacían sus primos yucatecos, aunque el centro rigió sus destinos hasta bien entrado el siglo XX. Lo que sí es un hecho, es que, al principio, el centro había visto a estas tierras ganadas a los mayas rebeldes, como un lugar donde podía desterrar a sus disidentes, a sus díscolos, a sus revolucionarios zapatistas. Muy poco de eso queda en las memorias de la crónica chetumalense o carrilloportense, poco sabemos de esas vidas que murieron cuando el Territorio era solamente una mazmorra tropical. 

¿Cómo vivieron en las lejanas tierras del trópico quintanarroense, cuáles fueron sus condiciones de vida de aquellos disidentes zapatistas? Tenemos una dispersión de fuentes que apenas estamos localizando en los registros hemerográficas meridanos. Sobre los presos políticos, Womack refiere casos de zapatistas capturados y desterrados finalmente al lejanísimo Territorio. Referencias clásicas del destierro de revolucionarios y zapatistas, también están en Turner y Gabriel Menéndez, que hemos referido en el anterior artículo. Pero no es sino con el trabajo sistemático de Carlos Macías Richard, en su ya clásico estudio de la formación del estado en el Territorio, donde las referencias aisladas de Womack, son tratadas con minuciosidad: Macías Richard, especialista en el Callismo, conocedor de las guerras que emprendieron Aureliano Blanquet y Huerta cuando la “pacificación” de los mayas, apunta sobre la Siberia mexicana, en los meses que duró la dictadura Huertista (1913-1914):

 

Fueron meses en que aquellos ex comandantes de la campaña contra los mayas (Huerta y Blanquet) ejercieron el poder en el país, con las prácticas por todos conocidas. Cientos de rebeldes procedentes de diversas partes de la república fueron remitidos a Santa Cruz y sus alrededores para ‘contribuir’ en las consabidas labores reservadas a los operarios” (Macías Richard, Carlos. Nueva frontera mexicana. Milicia, burocracia y ocupación territorial en Quintana Roo. México. UQRoo-Conacyt, 1997, p. 191).

 

Cientos de zapatistas habían sido llevados a las selvas de la Siberia quintanarroense. Militares honestos como Octaviano Solís (que años después sería gobernador del Territorio), también fueron a parar al lugar de confinamiento, prestando sus servicios militares. Macías Richard, por considerarlo “un inapreciable testimonio, inscrito en una página escasamente explorada de la historia local”, rescata en su libro el testimonio de un veterano de la deportación al Territorio, Enrique Lailson Banuet. En ese testimonio, se hace referencia directa a Cayo Culebras. Extracto lo siguiente: “El 19 de septiembre [de 1913], tras amenazarnos con ser fusilados [junto con otros, había sido acusado de encabezar una sublevación de los deportados junto con componentes del Batallón 26o y 31o]”, fueron sacados de una prisión militar llamada La Capilla, en Santa Cruz, y conducidos a Vigía Chico. De ahí fueron embarcados en la noche “para ser relegados al islote conocido con el nombre Cayo Culebra, al que se nos llevaban víveres y agua cada 10 días, por lo que quedamos totalmente aislados del resto del mundo”. (Nueva frontera mexicana…p. 193). 

Es decir, Cayo Culebra cumplía las funciones de lugar de confinamiento dentro del confinamiento de la Siberia mexicana. En documentos de 1913, La Revista de Yucatán informaba que, en México:

 

“Custodiados por 250 soldados federales á las órdenes del coronel Luis G. Cantón, llegaron aquí, procedentes del Estado de Morelos, 500 zapatistas que fueron hechos prisioneros por las fuerzas federales que operan en dicha región Una vez que tomó conocimiento de la llegada de dichos zapatistas la Comandancia Militar, se dispuso que sean enviados al Territorio de Quintana Roo. Estos individuos como los anteriores que han sido aprehendidos, son individuos que se encuentran en los pueblos sin ocupación y sin poder demostrar que tienen una manera honrada de vivir, estimándose en consecuencia que son espías ó cómplices de los zapatistas, por cuya causa son aprehendidos”. (La Revista de Yucatán, 12 de julio de 1913).

 

Para agosto de 1913, al puerto de Progreso había arribado un barco con el mismo nombre del puerto, procedente de Veracruz. Traía a 130 presos “de los llamados zapatistas”, y que serían desembarcados tan pronto “como de Mérida llegue la fuerza que debía custodiarlos hasta esa capital”. Seguramente estos zapatistas irían a engrosar las bocas hambrientas de las haciendas henequeneras de los esclavistas (La Revista de Yucatán, 9 de agosto de 1913). El 30 de agosto de 1913, el mismo diario que hemos venido citando, refería, en columna principal, algo que, citando a Macías Richard, considero que se trata de un “inapreciable testimonio, inscrito en una página escasamente explorada de la historia local”. Se establece ahí que no sólo en Santa Cruz, sino en el mismo Cayo Culebras, en Bacalar y Payo Obispo, había zapatistas. Que el número de ellos, en 1913, llegaba a 1500 deportados, y que hubo intentos recientes de rebelión y fermentos revolucionarios en plena selva tropical. Como tal, considero que podemos trascribir tal cual el documento para saber las condiciones de vida de los zapatistas en el Territorio de Quintana Roo:

 

La Revista de Yucatán. Sábado 30 de agosto de 1913. “Los zapatistas deportados a Quintana Roo. Cuántos son y cómo viven en Santa Cruz y Cayo Culebra. Intentonas de sublevación. Fusilamientos. Los hermanos de Gabriel Hernández.

Supimos que procedente del Territorio de Quintana Roo, ha legado a Mérida el estimable sacerdote misionero don Francisco Palau. Cura de la lejana parroquia de Payo Obispo, con  jurisdicción en Icaiché y otras poblaciones indígenas del citado Territorio, y solicitamos de el una entrevista, la cual se sirvió concedernos bondadosamente.

El señor Pbro. Palau acaba de hacer por el Territorio una jira, muy penosa por cierto, que duró siete meses, (de febrero a agosto) por lo que, sus informes, no pueden ser más verídicos y recientes.

 

Mil quinientos zapatistas en el territorio

Actualmente, -dijo nuestro informante- hay en el Territorio alrededor de mil quinientos prisioneros zapatistas procedentes del Estado de Morelos, y en cada transporte de guerra del Gobierno, llegan nuevas remesas. Están repartidos entre Santa Cruz de Bravo y Cayo Culebra y no han sido dedicados al servicio de las armas. Los que viven en Santa Cruz, fueron ingresados en el Cuerpo de Operarios, donde desempeñan diversos trabajos del Gobierno.

 

En Cayo Culebra

En este islote, situado al sur de la Bahia de la Ascension, á corta distancia de ella, pues se ve desde la playa de tierra firma, viven los zapatistas considerados ó clasificados como más peligrosos, en calidad de prisioneros de guerra, mantenidos por el Gobierno.

Cayo Culebra es un islote, como queda dicho, que tendrá unos cuatro kilómetros de longitud y uno en su parte más angosta. Cuando fue Jefe de la zona el Señor General don José María de la Vega, hizo construir allí grandes barracas de madera y láminas acanaladas, y en esas casas viven los prisioneros, en medio del mar. Por lo demás, el islote es pintoresco y saludable. Tiene alguna vegetación.

 

Intentona de sublevación. Fusilamientos

Hace como mes y medio que los zapatistas residentes en Santa Cruz de Bravo intentaron sublevarse contra el Gobierno. A tiempo se conocieron los planes y el motín pudo ser conjurado. Tres de los promotores del complot pagaron con su vida la intentona, entre ellos el que hacía de Jefe, un tal Caraveo.

 

Desertan los hermanos de Gabriel Hernández –otros fusilamientos.

De Santa Cruz lograron desertar varios de los prisioneros, entre ellos dos hermanos de Gabriel Hernández, el fusilado en la cárcel de Belem de México por el ex –Gobernador Enrique Zepeda. Se destacaron fuerzas en persecución de los prófugos y fueron alcanzados en un rancho situado a un kilómetro poco más o menos de la antigua villa de Bacalar.

Al ser aprehendidos y registrados, se les encontró planos perfectamente hechos del Territorio, en los que constaban las vías de comunicación, puertos, lugares fortificados, etc., así como proclamas revolucionarias invitando á la revolución en el Territorio. Los Hernández y otros fueron pasados por las armas allí mismo.

 

Zapatistas en Bacalar y Payo Obispo

En Bacalar hay un destacamento de veinticinco zapatistas y en Payo Obispo otro de igual número. Estos últimos, debido á los sentimientos humanitarios del Jefe de la Flotilla, Teniente Mayor de la Armada, señor Murguía, tienen la población por cárcel y se dedican á sus trabajos particulares. Se portan muy bien, llevan una vida de regeneración y ganan de dos a tres pesos diarios, con los cuales viven y están formando sus ahorros.

Payo Obispo es la población más próspera del Territorio y está creciendo á grandes pasos. Hay mucha vida comercial, mucho movimiento y abundante trabajo bien remunerado. 

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