CIUDAD DE MÉXICO, MX.- Durante su primer año de gobierno, Andrés Manuel López Obrador ha mantenido niveles de popularidad considerablemente altos que en las últimas semanas se estabilizaron arriba de 70%. La mayor parte de las empresas encuestadoras que le siguen los pasos consideran que ello se debe a sus 18 años de campaña, reforzados por sus conferencias matutinas y la lucha contra la corrupción, publicó Proceso.
No obstante, advierten que esto puede cambiar en su segundo año de gobierno, sobre todo si no atiende con efectividad la seguridad y el crecimiento económico, rubros en los cuales no ha mostrado resultados convincentes.
Entre los factores que le han restado puntos a López Obrador destacan la cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, así como la fallida operación Culiacán, en la que las tropas terminaron por liberar a Ovidio Guzmán, hijo del capo Joaquín Guzmán Loera, así como el desabasto de gasolina y de medicamentos, y la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda.
También incluyen la explosión en la toma clandestina de gasolina en Tlahuelilpan, Hidalgo, así como el asilo otorgado al defenestrado presidente boliviano Evo Morales y la masacre de la familia LeBarón.
Heidi Ozuna, politóloga y directora de Enkoll, empresa especializada en estudios de opinión, asegura: “El presidente ha hecho una gran estrategia mediática porque tiene años comunicándose con la población de manera directa. Ha usado el poder como debe de usarlo; empresarios, políticos y ciudadanos le tienen terror al sistema tributario.
“Este es el primer presidente que hace uso de este poder, de la mayoría que tiene en el Congreso, de este bono democrático, y todo esto se ve reflejado en la popularidad, a pesar de que pasan cosas que deberían afectarla, la gente todavía confía en el presidente.”
Roy Campos, director de la empresa Mitofsky y quien ha dado un seguimiento diario a la aceptación o desaprobación ciudadana de López Obrador, considera que aun cuando pierde puntos de popularidad, logró sacar adelante la Guardia Nacional, así como la aprobación de leyes importantes y el nombramiento de Rosario Piedra Ibarra en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Las razones de la popularidad
En su última medición de Enkoll –la última semana de noviembre–, López Obrador registró una caída de seis puntos, pero se mantiene con un nivel de 72%. “El presidente sigue con una aprobación altísima y los temas de seguridad no han mermado su popularidad”, precisa Ozuna.
Maestra en elecciones y dirección de campañas por la Universidad de Fordham, Nueva York, Ozuna realizó un ejercicio de medición específico con un grupo de seguidores de López Obrador y algunos que han dejado de serlo para conocer su opinión de las fortalezas y debilidades del presidente.
“Los cuatro pilares que mejor tiene Andrés Manuel y que lo mantienen en alta popularidad son la moral, que conoce bien el país, es bien intencionado y comparte su proyecto con la gente.”
En lo concerniente a la moral, Ozuna señala que es una de sus principales fortalezas ante la gente, lo mismo que la lucha contra la corrupción y que ha caminado por todo el país desde hace 18 años.
“Esa parte de la moralización incluye a la gente, la hace sentir que es su gobierno (para) que sean buenos ciudadanos y sean partícipes del cambio”, precisa.
Cuando se preguntó a la gente qué implicaría para ellos un fracaso de López Obrador, contestaron que significaría también su propio fracaso porque se asumen como parte de esa transformación y se sienten moralmente responsables de ese cambio.
“Para ellos Andrés Manuel es la única esperanza que hay, se sienten copartícipes. Entonces, un fracaso de Andrés Manuel también sería un fracaso de ellos. Siempre piensan que es bien intencionado, aunque se equivoque, por eso pasan por alto los errores, porque ven que es el único político bien intencionado.”
Ozuna señala que en Enkoll desde hace un año le han dado seguimiento a la popularidad de López Obrador y que al principio llegaron a tenerlo en 85% de aprobación y lo más bajo ha sido 70%.
“Su cifra actual es de 72% de aprobación, es el presidente que ha llegado con la aprobación más alta en su primer informe de gobierno y es muy probable que sea el presidente que llegue con la más alta aprobación en su primer año de gobierno”, precisa.
Enkoll hizo un estudio a los seguidores de López Obrador para conocer qué piensan de su gestión:
“Les preguntamos lo peor que tiene el presidente y nos dimos cuenta que los seguidores no lo quieren criticar. Admiten que en materia de austeridad hay un exceso sobre todo en temas de educación y salud. Con respecto a las mañaneras, dicen que no es necesario exponerse tanto. Sus seguidores temen que puedan agredirlo.”
Con respecto a los apoyos sociales que, según algunos sectores, no llegan a las personas que realmente los necesitan, y sobre quienes lo rodean, comenta Ozuna: “En ese estudio les preguntamos a la gente qué es lo que podría desilusionarlos y lo principal que señalaron es la economía, porque 70% de los seguidores de Andrés Manuel creen que va a irle mejor en los próximos meses. Tienen una alta expectativa; el precio de la gasolina, por ejemplo, es para ellos una forma de medir que la economía no ha subido.
“En materia de inseguridad, lo que hemos visto es que no piden que se termine, (sino) que no aumente la violencia. Si se mantienen los niveles de ahora, la gente no le reclamaría. Obviamente, lo que quisieran es que bajara.”
En resumen, según Ozuna, son cuatro los factores que los seguidores de López Obrador ven como un riesgo a su popularidad: la economía como factor principal, que la inseguridad empeore, que se vaya a doblegar ante los poderes económicos y que malos funcionarios vayan a enquistarse en el gobierno.
Los temas sensibles
Francisco Abundis, director de Parametría –la empresa de medición de opinión pública que más se acercó al porcentaje de triunfo de López Obrador–, advierte sobre las bajas de porcentaje en temas sociales sensibles, como la seguridad, que en seis meses bajó 20%, y la sensación de que aún falta tiempo para que se cumplan las promesas de campaña. En este último aspecto, la expectativa cayó de 75 a 55%, “ya que la gente está pidiendo que se haga una evaluación”.
–¿A qué atribuyes que la popularidad de López Obrador se mantenga?
–Creo que ya empezó a repartir dinero en programas sociales y por eso la gente sigue viviendo con expectativas. Esto no significa que no vaya a caer en las mediciones, que las propuestas no vayan a ser suficientes respecto a las expectativas y que se le vaya a acabar el dinero si no genera recursos.
–¿Sigue siendo un fenómeno político social?
–Sí, pero tiene una racionalidad, literalmente es hasta que el destino lo alcance, ya sea por la economía o por la inseguridad. Esto no significa que no se le vayan acumulando piedras y que pasado mañana pase algo.
Para Jorge Buendía, especialista en estudios electorales y de opinión pública y director de Buendía & Loredo, el factor más fuerte del optimismo del presidente tiene que ver con su propuesta de encabezar un gobierno de cambio, de reformas, de rechazo al statu quo.
“Eso siempre da una reserva de paciencia y tolerancia porque los ciudadanos están muy conscientes de que cambiar la corrupción, la pobreza o la desigualdad no es tan fácil.”
No obstante, señala que eventos como el operativo fallido de Culiacán dejan ver que tanto medios como ciudadanos demandan más resultados porque en el caso de la seguridad no es un tema en el que hay que tener paciencia para cambiar porque, literalmente, la gente puede perder la vida.
“En cambio, en los temas de corrupción o desigualdad dan tiempo de mediano y largo plazo. Todavía hay optimismo y se ve en el índice de confianza del consumidor que está muy alto en términos históricos”.
Para explicar el fenómeno del apoyo ciudadano que López Obrador registra en su primer año de gobierno, Buendía recurre a una analogía boxística: “El de Culiacán es un golpe bien dado, aunque no es lo mismo que el golpe lo recibas en el primer round que en el quinto o sexto, cuando ya estás desgastado. En este caso ocurrió en el primero, cuando el gobierno tiene suficiente credibilidad y aceptación, con una reserva de paciencia importante, además del optimismo. Lo mismo vimos con el caso de la familia LeBarón”.
El fuerte y los débiles
En comparación con lo ocurrido en el gobierno de Enrique Peña Nieto, señala que “el uno-dos” fueron el caso de Ayotzinapa y el escándalo de la Casa Blanca –ambos en 2014–, que ocurrieron en su segundo año de gobierno y fueron devastadores.
“Hay que esperar a ver cómo se desarrollan las cosas. Hay un optimismo que se mantiene porque está presentando una agenda de cambio y era una demanda en la elección. Si comparamos con otros presidentes, en noviembre de 2001 Vicente Fox tenía 60% de aprobación y 30% reprobación; en noviembre de 2007 Felipe Calderón tenía 64%; Peña tenía 47% en 2013”.
–¿Las conferencias matutinas ayudan a la popularidad del presidente?
–Lo que pasa es que le refuerza el tributo de cercanía con la gente. Es un presidente que escucha, eso le ayuda. Pero son un búmeran, porque lo exponen directamente. Eso pasó con lo de Culiacán; los reporteros lo arrinconaron y lo obligaron a hablar del tema de seguridad. Es un arma de doble filo: es ideal cuando las noticias son neutras o inocuas, pero cuando son negativas estás obligado a hablar de temas que no te convienen.
–En comparación con los otros presidentes, ¿AMLO sigue siendo un fenómeno político?
–Sí, y tiene que ver con que tiene una base social muy fuerte como ninguno de sus antecesores la tuvo. Su más cercano fue Fox, pero perdió muy rápido. Pero hay que tomar en cuenta que viene trabajando desde hace 20 años y siempre ha tenido una base electoral. La diferencia es que Andrés Manuel tiene una base de apoyo muy fuerte y ha resistido.
También, agrega Buendía, hay que ver que se ve más fuerte porque los otros líderes de partidos se ven más débiles.
“No es lo mismo que seas un presidente con 60% de aprobación cuando el partido más fuerte no pasa de 20% y los gobernadores están muy debilitados y casi de salida. Eso hace que la fortaleza de López Obrador se vea todavía más impactante. Esto nos remonta a la época del PRI.”
Sin embargo, advierte: “Vamos a ver cómo evoluciona, porque ha puesto todos los huevos en la canasta presidencial y dependiendo de cómo vaya actuando es como va a evolucionar”. (Fuente: Proceso)