CRÓNICA | ‘¿A MÍ TAMBIÉN ME VAN A GRITAR?”: Andrés Manuel, irreconocible, defendió a los gobernantes acusados de corrupción y mal gobierno, hizo su berrinche y amagó con irse

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Agencia Reforma

MACUSPANA, MX.- ¿Quién era ese gobernante que ayer en su propia tierra, en la cúspide de su poder político, del reparto de los recursos públicos, defendió a los gobernantes acusados de corrupción y mal gobierno, hizo su berrinche y amagó con irse.

“¿A mí también me van a gritar?”, empezó preguntando. Le dijeron que no, pero lo hicieron.

“Me dio mucho gusto estar aquí, con ustedes, ya no voy a poder seguir hablando, porque así no se puede. No quiero politiquería, no quiero grilla”, se quejó detrás del micrófono y aquí falta la transcripción de sus manoteos en el aire, del sudor de su frente, de sus guiños y su cara de fastidio.

Era Andrés Manuel López Obrador, irreconocible. Por primera vez amenazaba con cancelar sus arengas, sus acusaciones, con callarse. Su cara de fastidió decía “ya chole” de que no vean todo lo magnífico de los tiempos que corren.

El público, unas 2 mil personas apretadas bajo el enlonado de una cancha de futbol, más que las mil 522 que según el Inegi, viven en Tepetitán, el poblado donde nació, a 40 minutos de ahí, agitaba sus lonas y banderas rojas y guindas y seguía con sus gritos y rechiflas contra el alcalde Roberto Villalpando y el Gobernador Adán Augusto López, los dos del mismo partido que el Presidente, porque prometieron todo y no han hecho casi nada. Ni bajar la luz ni hacer carreteras ni traer el agua ni nada de nada.

“El recibo de la luz nos llega demasiado caro. Nos dijeron borrón y cuenta nueva y hasta ahorita no hemos visto solución en lo más mínimo”, dijo la señora Nery Jerónimo Guzmán, de La Unión. “Presidentes salen, presidentes entran y el camino de nosotros nunca lo toman en cuenta. Los niños van a la escuela y el lodo hasta aquí”, según Lidia Montejo, de la ranchería de Abasolo.

“¿Me van a escuchaaaar?”, gritó el Presidente alargando las vocales. Y lo iban a escuchar, porque a eso habían ido. A escuchar a su paisano que tras más de 30 años de persistencia llegó al poder político, pero antes querían dar la queja.

“¡Villalpando es un ratero!”. “¡Y Adán es un corrupto, no hace nada!”. “¡Que no robe!”. “¡Que no engañe!”. Y hasta ahí todo normal, porque durante más de 30 años él les enseñó a protestar.

El 16 de marzo se van a cumplir 14 años desde que López Obrador le espetó a Vicente Fox, entonces Presidente, aquella frase ya inolvidable: “¡Cállate, chachalaca!”. Ya en el Gobierno ha dicho que la justicia está por encima de la ley, pero no parecía el mismo.

“¡No! Es que no debe ser así, ¡a la autoridad se le tiene que respetar!”, exigió. Ordenó, acaso. “¡Pues que respete el señor!”, le reviraron.

El Presidente cerraba en su tierra una gira de tres días en Tabasco. En los cuatro mítines anteriores hubo gritos y protestas contra los alcaldes y el Gobernador, primo hermano del Presidente. Se pensó que en Macuspana sería distinto. Pero ahí López Obrador tuvo que esforzarse más en impulsar esa idea que si no la repitiera tanto quizás nadie pensaría: en que ya comenzó algo llamado “Cuarta Transformación” del país.

“Esa es mi misión y eso es lo que estoy haciendo, porque a veces por la grilla, por la politiquería parece como si no estuviésemos haciendo nada”, dijo. Le respondió el auditorio coreando su nombre.

Allá al fondo se agitó una manta manta roja gigante que le agradecía haber terminado con la corrupción en el sindicato petrolero pero le recordaba que Romero Deschamps sigue libre. A su lado se agitó otra donde las imágenes de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas parecían tan poquita cosa, tan pequeñitas, tan en blanco y negro, junto a la de Lopez Obrador sonriente, irreconocible ahora, estampada a su lado.

López Obrador se aferró a lo básico para probar que sí están haciendo algo. “¿Es lo mismo que antes? ¿No están recibiendo las niñas, los niños con discapacidad su pensión? ¿El Presidente viaja en avión presidencial?”, preguntó, pero sólo en la última pregunta hubo unanimidad.

Lo peor fue cuando preguntó si acaso no él había dado el perdón a los 11 mil millones de pesos en recibos de la Luz a los tabasqueños que desde 1995 lo acompañaron en la resistencia civil. Afirmó que hasta padeció los reproches en otros estados.

“Y ahora ustedes mismos, mis paisanos, me dicen que no”. Puso a votación a mano alzada, parecían más los brazos en contra, pero el Presidente vio que todo estaba muy claro y ahí mismo prometió que ya iba a ir Manuel Bartlett a bajarles la tarifa. Prometió una planta potabilizadora, rehabilitar el hospital.

Pidió paciencia. No pensar en las necesidades propias sino en el bien general. “Porque me dicen algunos: ‘Es que todavía no me han atendido’. A ti en lo personal, pero lo primero la colectividad”. Como si dijera no seas egoísta, no pienses en ti, primero está la “4T”.

Superado el trago amargo en su propio pueblo, camino al aeropuerto se detuvo a probar totopostes, unas tostadas gigantes de harina, a un lado de la carrera, con la señora Anabel. “Oye, ¿y tú cómo ves lo que estamos haciendo?”, le preguntó. (AGENCIA REFORMA)

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