Los antiguos referían a un gentilhombre como quien poseía talante de persona noble de alma y corazón, ciertamente más allá de mundanidades, riquezas o poder. El Isra era de esos gentilhombres, en especial porque alucinaba al poder y no era riquillo. Un caso para el caso: en el jale diario siempre trató con decencia a un viejo fracasado (ese que con más de 47 andaba pidiendo trabajo). Era yo. 

Pon tú que son cosas personales, válidas solamente para uno, que se supone jamás hay que contar… Pero cuando la muerte decide cebarse sobre nosotros y se lleva a un@ que vale la pena, aquella gentileza de Israel adquiere otra dimensión, esa donde se es consciente de que ya no verás de nuevo al vato… ya no va a enviarte sus textos, ya no te lo encontrarás batiéndose al ajedrez con el Joe

Un bronceado cerillo a punto de encenderse… elegante espárrago de andar pausado… un flaco alto, pelón y desgarbado de gesto nato: sonreír. Naturalmente llegan más sus buenos instantes porque no me acuerdo de un momento amargo. El Rodas… de esos contados casos en que no chocas: integras, compartes, al fin hallas otro que no acepta sufrir ni tranzar nomás porque así manda la tradición. Entonces salud por la vida que queremos.

Diría que a lo largo de unos cuatro años mantuvimos “un koto” suave, fluido, de camaradas del jale que ya afuera pasaban bien su tiempo. Ahora que me acuerdo sí tuvimos un desacuerdo: él le prendía velas a Oasis… por mi parte sigo seguidor de Blur. La esgrima duró medio gallo y una copa de Matusalén. Una tremenda holandesa fue la mediadora.

Ahora que Vicente al fin me ha contactado, avisándome del deceso de otro gentil personaje que encontré en Playa del Carmen, farolazo y gallo en mano no me he colgado en afirmar: Vaya bien Isra, el título de un libro tuyo cayó bien para estas líneas, ya me mostrarás los que siguen; ya sabes: nos vemos en el calderón…

La Bellavista SMA
11 dic. 2020

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