Impresiones de un recién llegado | Cultura aquí y allá… | Por Rodrigo De la Serna

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Cultura aquí y allá…

En esta Era del Conocimiento el concepto cultura aún resulta diverso y en ocasiones confuso. El lugar común lo supone como unas cuantas expresiones sofisticadas y mamertas –vulgo dixit. Y sólo accesibles a una minoría, la ópera o libros laberínticos el ejemplo típico.

Échesele un ojo a lo que hay en academias, universidades, diccionarios, cantinas e internet sobre tal concepto…

Concuerdo con la voz que nombra cultura a una suma de rasgos, acaso lo más definitivo de una región o país, cuya manera de sembrar, de obrar, su lenguaje o idiomas, su comida, cultos y honras fúnebres, su vestimenta, su idea de sexo, sus etnias, su imagen de nación, letras, artes, oficios, técnica, industria entre otros elementos, configuran la cultura de una sociedad. Implica un modo cuasi general de pensar y vivir, es una existencia particular en su hacer (y deshacer); son sus tantas relaciones (adentro y afuera), como los ahora llamados Usos y Costumbres que tiene una nación con su entorno.

En estos apuntes tal concepto de cultura, aun si es arbitrario, es el punto de partida.

Al norte del Caribe Maya Mexicano, cultura 2016

En Tulum y la zona denominada Riviera Maya, habrá quizá un máximo de… ¿nueve galerías formales para exhibición y venta de obra plástica? Hace un par de años Playa del Carmen inauguró su primer teatro de nivel profesional pero sigue sin tener un museo propio; cuenta con dos bibliotecas de acervo limitado, una casa de cultura y habrá más de veinte salas cinematográficas. Y todo mundo, como acá, trae celular o tal o cual dispositivo.

Las administraciones públicas al cargo, en los últimos 17 años han invertido y laborado para ofrecer grandes espectáculos al aire libre, de tecnología de punta, gratuitos y dirigidos tanto a los habitantes locales como a turistas; ahí destacan esencialmente músicos y bailarin@s. Los eventos de mayor atracción como regla presentan intérpretes y grupos de renombre, que siempre son de otro lugar. Ello garantiza una asistencia multitudinaria a celebraciones oficiales como informes, fechas conmemorativas, mítines de cualquier color. 

Contrasta el número de festivales culturales/artísticos, con la diaria cantidad de eventos dedicados a hotelería, gastronomía, enología y demás actividades relativas al turismo. En la sobrepoblada ciudad (¿600,000 habitantes fijos?), hay sólo dos librerías con oferta diversa aunque reducida; hasta el año pasado personalmente conté más de diez librerías pero dedicadas a cultos de todo tipo –deportivos, cristianos, místicos, gnósticos, entre otros.

Tanto allá como aquí, establecimientos como walmart, la comer o Chedraui, venden libros si bien lo que más ofrecen, aquí y allá, son títulos de ficción para aeropuertos, autoayuda, confesiones de artistas y/o políticos, superación personal según Harvard-Monterrey, manuales del vendedor más grande del sistema solar. Esta situación priva en bastantes países, es decir: los libros que más se venden no son obras literarias sino de divulgación, capacitaciones de actitud –coaching dicen los que saben.

(La saga de Harry Potter o la moda de Vargas Llosa son excepciones que confirman lo anterior. Una persona motivadora como Paulo Coelho vende cientos de miles con cada título nuevo, mientras que el próximo libro del poeta mexicano José Luis Rivas acaso llegará a mil ejemplares; y a ver cuántos se venden).

Este apunte sobre aspectos visibles de la vida y actividad cultural en una región como Playa del Carmen y sus alrededores, tiene antecedentes mediatos, que inician hacia 1980 y se detienen en 2000. En tal lapso las actividades de mayor impacto serían musicales; a la vez germinaba un movimiento de danzantes y dancistas, pintores, aspirantes a productores, periodistas como RP del gobierno, y escritores perfectamente desconocidos. Tal fauna, local o de ultramar, contribuyó a darle a la región un aire de bohemia chic, que al parecer tanto agradó a viajeros de los cinco continentes.

San Miguel, el Grande, de Allende, 2017

¿Cuál es el número de galerías y demás negocios derivados de compra y venta de artes plásticas en San Miguel Allende? ¿150?… Es unas diez veces mayor a lo existente en Quintana Roo, como la cantidad de personas dedicadas-relacionadas a tal mercado.

A semejanza de lo ocurrido en el Caribe, la proliferación de hoteles y sus servicios en el Bajío es la obra requerida para el turismo global. Es raro un campo de golf en una zona serrana, tan raro como lo que se hizo en Playa sobre manglares y cocotales.

San Miguel (¿160’000 habitantes?) cuenta con teatros, museos y foros de abolengo; hay una biblioteca pública-privada que cuenta con buenos acervos en español e inglés; hay una municipal, chiquita y con títulos diversos, ambas con buenas instalaciones. Las actividades artístico-culturales suceden en espacios alternos y centros reconocidos además de los oficiales. Llama la atención el escaso número de salas cinematográficas en comparación con Cancún, Cozumel o Playa del Carmen.

Los grandes espectáculos públicos en San Miguel, son semejantes a los del Caribe en cuanto a nombres y grupos reconocidos, sin que ello disminuya la participación ciudadana local. Es notoria la actividad socio-cultural de la comunidad norteamericana asentada en la región, con eventos y circuitos que sólo atañen a tal sector, por lo general gente de la 3ª edad; esta circunstancia es reciente en la Riviera Maya pero tiende a crecer cada vez más. En ambos destinos hay extranjeros involucrados en fiestas públicas.

Otra probable semejanza entre ambas regiones es la actividad neo gastronómica y de vinos, parafernalia de aguardientes antes de pobres y hoy de ricos, como el mezcal; se vive algo del boom de productos orgánico-sanos y su continua difusión mediática; esta actividad aglomera zonas antes sin comercio masivo, como la avenida Ancha de San Antonio. Son eventos vinculados de algún modo a la industria hotelera-boda turística-bienes raíces.

Tanto en San Miguel Allende como en Playa del Carmen se instalan ferias de libros, con la diferencia que en Q Roo es mínimo el impacto ciudadano, mientras que en el Bajío hay mayor concurrencia y chance ventas. Es reducido el número de librerías locales, cinco, siendo que el sitio aún goza de cierto prestigio como “lugar de artistas”.

Destacan las festividades locales de tradición, las frecuentes reuniones de danzantes de las tantas regiones que conforman la Gran Chichimeca; no hay carnaval pero se tiene el día de los locos, rituales masivos dedicados al santo del barrio, a los fieles difuntos entre otros más. En Playa del Carmen quizá sólo existe una celebración semejante, las dedicadas a la virgen del Carmen desde principios del siglo XX. ¿O me equivoco y el carnaval de las cerveceras es muestra de carnestolendas 2016? 

Hay un lapso de dos décadas con antecedentes de vida artística-cultural en Playa del Carmen. En San Miguel hay que remitirse al siglo XIX, con personajes como Ignacio Ramírez el Nigromante, o Margarito Ledesma y su creador, después artistas como Pedro Vargas, el culto a la guitarra y las canciones, empresarios como J. Diez Canedo; y desde los años 40 del siglo XX, San Miguel Allende se hizo destino de jubilados, pintores y artistas de EUA.

Ambas latitudes hoy tienen sus diferencias inobjetables, pero muestran semejanzas que al parecer se comparten (o se imponen) en el resto del planeta: el turismo como industria global, sus eventos y derivaciones, el impacto y lenguaje de los vaivenes de la macroeconomía. Tanto en el Caribe Mexicano como en el Bajío, hay mucha gente “capacitada” on-line para expresarse en términos financieros avalados por Cambridge.

Otra similitud palpable es fomentar tendencias a veces francamente incomprensibles; un ejemplo es creer posible inducir la dieta mediterránea en el trópico, o suponer al vino como la bebida que corresponde per sé a la cocina mexicana. Sin embargo, hay que conceder el beneficio de la duda; la misma gente es quien al final decide, creo, cómo vivir, qué hacer, qué comprar o usar, y cómo comer y beber.

Parece que en el Bajío como en el Caribe Maya Mexicano, si la gente come y bebe productos deleznables como nutrición básica, quizá también se deba a la pobreza casi extrema en un amplio sector de la población, ergo una educación deficiente desde finales del siglo XX. Al final un palpable esquema de sub empleados y desempleados, un ejército siempre a la mano.

¿Cuál mano?, ¿la invisible de Adam Smith? ¿La mano negra o la mano de dios?, ¿la del diablo, la sumisión abyecta?

Todas esas hoy las padecemos allá y aquí, bajo un solo estigma: a manos de asesinos y criminales. 

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